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No son pocos los que se muestran asombrados por el creciente éxito y aceptación de la fiesta de Sant Antoni que cada año, desde 1992, se celebra en el barcelonés distrito de Gràcia, el último sábado de enero, como un «bis» de las que se celebran en Mallorca, especialmente en sa Pobla y Artà. Y el primer asombrado es Antoni Torrens, quien nunca se había imaginado, ni propuesto tal vez, que aquella primera vez en la plaza del Diamant tuviera continuidad en los años sucesivos no sólo en ese enclave sino que los foguerons se irían multiplicando a medida que los propios habitantes del distrito fueran comprendiendo y aceptando esta fiesta importada desde sa Pobla, hasta tal punto que se ha convertido en «la festa major d'hivern de Gràcia» y desde años está incluida con todos los honores en la programación oficial de fiestas del Ajuntament de Barcelona.

Lo que más le satisface a Antoni Torrens es «el exquisito respeto que se observa para que la fiesta no se desvirtúe. En los primeros años teníamos que solicitar permisos al Ajuntament de Gràcia, pero al ser aceptada por los habitantes del distrito, el propio ayuntamiento la ha asumido como suya. Ellos se encargan de proporcionar todo el material, las instalaciones, las luces, la leña. También gestionan las peticiones de las diferentes zonas de Gràcia que quieren sumarse a la celebración, a los que se les pone como condición el respeto al modo en que lo hacemos nosotros. Este año se ha rechazado la solicitud de una de las plazas porque quería hacer algo diferente, instalar un bar y poner una orquesta».

La fiesta de sa Pobla a Gràcia tiene visos de perpetuarse, aún más allá de que sea Torrens quien lleve el peso de la organización, y es por eso que el Ajuntament de Gràcia le ha pedido que deje por escrito las indicaciones que sirvan de guía para los que en el futuro se hagan cargo de la organización, «porque no quieren que se pierda el carácter propio de la fiesta mallorquina, aunque no seamos los mallorquines quienes la organicemos». Por lo demás, la fiesta de este año fue casi un clon de las ediciones anteriores. «Y eso debe ser así, porque la fiesta de Sant Antoni no requiere más parafernalia que la participación popular. No se necesitan grandes presupuestos porque hasta ahora nadie ha cobrado por participar».

Pep Roig