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Jaume Matas acudió ayer al Parlament como un torero que se presentara en la plaza vestido de torero y con la muleta y la espada dispuesta, pero dejando claro que no es su intención torear..., salvo que le saquen un toro. El president, que ha suavizado un tanto aquel movimiento de brazos y puños tan característico de su presidencia anterior que utilizaba para enfatizar sus palabras -ayer lo reservó para ocasiones muy especiales- pareció esforzarse en todo momento en dejar claro que estaba diciendo una cosa, pero que su objetivo era que se entendiera la contraria. Se presentó con un discurso pensado para hablar del pasado («del estado de la autonomía real, de la autonomía de aquí y ahora que hemos recibido») pero lo leyó de tal modo que parecía que, en realidad, no era su intención hablar de ese asunto. Dijo que no iría por ese camino (que «inevitablemente» desembocaría en «un ajuste de cuentas»), se esforzó mucho en significar que no pensaba hacer «oposición a la oposición» pero media docena de veces precisó que no iba a ocurrir eso salvo que «ustedes» (aludiendo al Pacte) le obligaran a tomar esos derroteros. Vamos, que pareció que sí quiere hablar del pasado pese a decir que no lo hará.

Enuevo Matas acudió ayer a la Cámara (como ya hiciera hace poco más de cien días, en su investidura) con un discurso que contiene varios discursos y donde importa tanto (o más) lo que queda entre lineas que lo que luego irá al Diario de Sesiones. Fue un discurso sobre el discurso, que puede ser leído e interpretado en varias direcciones. Habrá que esperar a hoy para saber si la oposición entra al trapo de lo que Matas quiso decir (que el anterior Govern lo hizo mal en los últimos cuatro años) o de lo que Matas quiere que trascienda: que lo hecho en sus primeros cien días está bien y que el resto de la legislatura aún irá mejor. El president citó a Milton Friedman para decir que no pensaba como él cuando escribía que los cien primeros días de un Gobierno permitían vivir de rentas; citó a Marta Honecker para lanzar el obligado palo a la oposición y también parafraseó a Lope de Vega. Y no hubo más citas a lo largo de una intervención breve (no llegó a la hora) en la que no se incluyó ningún «anuncio estrella» pues -si algo ha quedado claro en esla legislatura- es que no hablará de casi nada que no estuvieran contenido ya en el programa electoral.

Lo mejor del PP (para el PP) fue que se presentó a las elecciones con un programa electoral que no tuvo que disfrazar y que le permitió beneficiarse de un «voto tranversal» (alejado de la «unidimensionalidad» de la izquierda) que -por ejemplo- permite decir a todo un president del Govern que va a liberar a la sociedad «de una presión lingüística que comenzaba a ser axfixiante» y que «ni se hundirá el mundo ni el catalán». Se lea como se lea el discurso de Matas, tiene mensaje subliminal: ha ganado y hará lo que quiera.

Torres Blasco