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La historia de un hombre extremadamente hábil y astuto para los negocios. Sin escrúpulos ni ideología, llegó a acumular la séptima fortuna mundial a través del contrabando de tabaco, el tráfico de armas, el suministro de combustible, la creación de empresas de todo tipo y, al final, diseñando lo que ahora llamamos ingeniería financiera. Las tribus del Rif, los franceses, los británicos y el III Reich al mismo tiempo, el franquismo, los partisanos yugoslavos. Con todos ellos negoció Joan March, el fundador de un imperio que todavía perdura. Una buena parte de su larga, oscura y apasionante historia queda al descubierto con el documental «Joan March, els negocis de la guerra», que será emitido por TV3 el próximo domingo a las 21'30 horas. El estreno tuvo lugar ayer en can Domenge, en Palma, con la presencia del director de Televisió de Catalunya, Joan Oliver, y la directora del documental, Dolors Genovès.

Son casi dos horas de continuada información, recogida laboriosamente, sobre un personaje que precisamente se caracterizaba por estar oculto, en la sombra, sin ningún afán de notoriedad pública. «Un personaje de película», lo define Dolors Genovès. Aparecen testimonios de familiares, investigadores y personas vinculadas a su figura. Siguiendo una cronología estricta, el programa recoge los inicios den Verga, como sigue siendo conocido en Mallorca, con el contrabando de tabaco y el tráfico de armas. Durante la I Guerra Mundial (March saca buena tajada de todos los conflictos bélicos, jugando siempre a dos bandas), se produce uno de los episodios más oscuros: el asesinato en Valencia de Rafel Garau, hijo de un socio contrabandista de March, quien mantenía una relación con la esposa del financiero, Leonor Servera. Cartas de donya Leonor dirigidas a Rafel Garau así lo demuestran.

También se demuestra que March, desde su encarcelamiento durante la II República, intentó sobornar con 25.000 pesetas al presidente de la comisión parlamentaria que le investigaba. Igualmente, se explica que el Gobierno británico pagó 13 millones de dólares a 30 generales franquistas para que España no entrara en la II Guerra Mundial. March, de quien Winston Churchill estaba muy bien informado, hizo de intermediario. Finalmente, el afer de Barcelona Traction, ahora FECSA. March se hizo con el control de la compañía a través en una operación que, en 1969, siete años después de su muerte, todavía era juzgada en el Tribunal de la Haya.