La venta de buñuelos fritos en los puestos de calles céntricas
de Palma anuncian la festividad de les Verges, que como es
costumbre se adelantan unas fechas llegada la estación otoñal.
Pocos se resisten a comprar, aunque sea una bolsita de cuarto de
kilo, para probarlos antes de su fecha por excelencia, el día 20 y
día 21, víspera y festividad de Santa Úrsula.
En las fiestas de las Illes Balears se recuerda que «el día 21
de octubre la iglesia venera a Santa Úrsula, la cual fue inmolada
juntamente con las denominadas Once mil vírgenes». Recuerda también
que las gentes del mar tienen por ventoso este día y por eso dicen
que «hoy es Santa Úrsula, la Ventosa». La tradición cuenta que
durante los primeros años del cristianismo, cuando la santa y sus
compañeras partieron de bretaña hacia Roma en peregrinación, se
encontraron con las tropas bárbaras y sus guerreros las mataron a
todas. No se sabe cúantas eran con exactitud, pero sí que eran
muchas. No obstante, algunos cuentan que sólamente eran seis o
siete (curiosamente se ha quedado el nombre de once mil vírgenes).
De ahí proviene, puede ser, la devoción que por los mártires
sienten las jóvenes solteras y algunas virtuosas. Después de más de
quince siglos se mantiene todavía viva la tradición de hacer
algunas serenatas la noche de la víspera y de obsequiar después a
los jóvenes cantores con buñuelos y mistela.
Según el escritor Miquel Ferrà i Martorell, «los buñuelos que se
consumen en Mallorca durante la festividad de Santa Úrsula o de les
Verges, podrían tener un origen árabe, de la misma forma que otras
pastas tradicionales, como las orellanes, denomindas así por tener
forma de una oreja, muy típicas en el pueblo de Vilafranca.
Amalia Estabén
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