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A lo largo de todo el litoral de la costa del Llevant de Mallorca podemos contemplar una larga sucesión de calas, unas urbanizadas y otras en estado natural, originadas por la abundancia de torrentes. El municipio de Felanitx también posee numerosos accidentes geográficos de este tipo y de dimensiones muy variables cuyos ejemplos más contrastados podría ser la bahía de Portocolom y la cercana caleta de Cala Brafi. Se trata de un enclave desconocido para el cercano turismo de masas y frecuentado por quienes buscan la tranquilidad de un lugar alejado de la «civilización», pero a su vez próximo a los centros habitados. Para llegar a Cala Brafi debemos partir de la urbanización de Cala Marsal en dirección a la punta de sa Bateria, a través de un sendero que arranca de una finca particular. Un rústico muro de piedra seca conduce nuestros pasos hasta alcanzar el barranco que anuncia el descenso, algo complicado debido al efecto de las lluvias y a los cantos resbaladizos.

Cuando al fin llegamos al lecho de la torrentera, tenemos la decepción de encontrar un mar lleno de residuos flotantes, como viene ocurriendo este verano de forma intermitente aunque persistente a lo largo de todo nuestro litoral. La estrechez de la cala fomenta la acumulación de estos restos, con abundancia de plásticos y otros elementos no biodegradables cuya procedencia se sospecha que proceden de embarcaciones que atentan contra el medio ambiente o incluso de la costa norteafricana. Una escena lamentable en todo caso y que no fomenta precisamente la buena imagen turística de Mallorca.

Gabriel Alomar