Pere Muñoz, candidato a Cort por el PSM, persona que conoce muy
bien los barrios de Palma por haber vivido desde el pasado mes de
agosto dos o tres días con sus respectivas noches en cada uno de
ellos, nos citó anteanoche en la Porta de Sant Antoni. Entre otros
aspectos, a Pere le preocupa que el ciudadano de dicha zona tenga
que vivir atrincherado, tras barreras que colocan poco antes de
medianoche en la entrada de ciertas calles y plazas para que no
puedan entrar coches cuyos propietarios buscan sexo callejero a
bajo precio con las prostitutas que pululan por el lugar, que pese
a lo que se diga, todavía se ven, y en según qué días bastantes,
prostitutas subsaharianas en su mayoría, y algún que otro travesti,
lo que a veces origina alborotos que rompen la tranquilidad, ya de
por sí maltrecha, de la noche, dejando un reguero de condones sobre
la acera.
-Me parece mentira que el Ajuntament adopte como única medida
preventiva esto- señala las barreras-; es increíble que la
tranquilidad nocturna de los vecinos dependa de una simple barrera
que según se cree impide la entrada de los coches, en el mayor
porcentaje de los casos de sus propios coches. Tampoco es justo que
desde hace años otros vecinos de esta zona tengan que salir a
patrullar para evitar que las prostitutas actúen en sus calles, en
sus portales. El aspirante a la Alcaldía considera que con más
vigilancia se podría solucionar el problema, y no con frágiles
barreras que por otra parte nadie respeta, pues se ponen y se
quitan sin muchas dificultades, como comprobamos algo más de una
hora después cuando ya, sin Pere Muñoz, nos dimos una vuelta por la
plazoleta que hay frente al colegio de los agustinos, por donde,
con la barrera apartada por alguien, los coches entraban y salían
tranquilamente.
Pere Muñoz nos lleva luego a la plaza de las Columnas, que
recientemente ha sido remozada, pero que sigue siendo cobijo de sin
techos que buscan en sus bancos una cama donde echarse un sueño
tras hacer un rato de tertulia con otros marginados. La plaza está
semioscura; tan sólo en su centro cuatro o cinco focos la iluminan;
luz insuficiente para animar a cualquiera a darse un paseo por allí
o a sentarse en sus bancos prácticamente envueltos en la oscuridad
a tomar la fresca.
Pedro Prieto
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