Miles de personas acudieron al Palau Episcopal para dar su último adiós a don Teodor. Foto: TOMÀS MONSERRAT

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M. JUNCOSA/J. M. AGUILÓ
Miles de mallorquines dieron ayer su último adiós al que durante los últimos 31 años ha sido obispo de la Diócesis, Teodor Úbeda, que anteayer falleció como consecuencia de una insuficiencia respiratoria. Úbeda había sido operado el 25 de abril para extirparle un nódulo en un pulmón. La capilla ardiente con los restos mortales de monseñor Úbeda, que portaba ayer los ornamentos propios de la Eucaristía -mitra, anillo y báculo-, quedó abierta al público alrededor de las 16.30 horas en la Sala del Mirador del Palau Episcopal de Palma, donde los familiares del obispo y el Colegio de Consultores de la Diócesis habían recibido previamente el pésame de las principales autoridades de Mallorca y de Balears.

El presidente del Govern, Francesc Antich, indicó que Úbeda «era una persona de paz que siempre estaba al lado de los más necesitados», dijo, para añadir: «Fue una persona de diálogo y consenso, que amaba nuestra cultura». El vicepresidente del Govern, Pere Sampol, afirmó que Teodor Úbeda era un intelectual «que lanzó un mensaje progresista de igualdad y justicia social». Sampol recordó que pese a ser valenciano de nacimiento, «Úbeda fue un mallorquín más durante su pontificado, muy concienciado sobre el uso de nuestra lengua», dijo.

La presidenta del Consell de Mallorca, Maria Antònia Munar, señaló que el obispo era muy buen conocedor de la realidad de la Isla y añadió que era «un referente» y que será muy difícil «poder sustituir a una persona como él». Acudió también el presidente del Parlament, Maximilià Morales. El conseller de Turisme, Celestí Alomar, manifestó, por su parte, que «era un hombre que entendió que el patrimonio de la Iglesia es colectivo y representa un papel importante tanto para los residentes como para el turismo», dijo. Alomar recordó que trabajaron juntos en la preparación de varios proyectos de restauración, como el de Miquel Barceló en la Seu, el de Santa Creu o Caputxines.