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Anteayer, día uno de mayo, comenzó de manera oficial la temporada alta para los hoteleros de la Isla. Pero no para todos, pues la realidad es bien distinta, ya que este año no todos los hoteleros han podido abrir sus puestas. Debido, en parte, a la atonía en la venta de reservas, especialmente en Alemania, que ha provocado que la temporada empiece en Balears con una reducción de planta hotelera abierta del 15 por ciento sobre 2002. Pero bueno, aun así algunos directores y empresarios del sector de la hostelería comenzaron a poner la «máquina» en funcionamiento. En la jornada de ayer la actividad entre el personal de algunos hoteles era de puesta a punto y revisión de que todo funcione a la perfección. Tras los meses de paro, que «disfrutan» los trabajadores con un contrato de fijo discontinuo, han vuelto al trabajo y a ver a los viejos compañeros de «curro».

Elegimos para este reportaje el hotel Sol Antillas y Sol Barbados, un complejo bajo la dirección de Juan Cifre y que entre sus muchos empleados cuenta con algunos de gran confianza, debido a la gran cantidad de tiempo que éstos, temporada tras temporada, trabajan al servicio de estos prestigiosos hoteles de Magaluf. En el recorrido que realizamos por el interior de las dependencias, Matías Bonet, jefe de personal, nos presentó a algunos de estos empleados fijos-discontinuos. Abdoulaque Diop es un senegalés de 30 años que lleva dos años trabajando como ayudante de cocina en el hotel; asegura estar contento con su labor y durante los meses de paro se dedica a aprender o estudiar. Antonio Miranda es compañero de cocina de Abdoulaque, lleva cinco años en la profesión y nació en Granada, lugar de destino cuando finaliza la temporada de trabajo en Mallorca.

Por otro lado, Manuel Caliz tiene 25 años y lleva 7 trabajando en el mundo de la hostelería. Es el camarero de una de las barras del hotel Sol Barbados y tres o cuatro meses al año está en el paro. Juan Manuel de la Cruz tiene 43 años, es extremeño y desde 1977 trabaja en la hostelería en Mallorca. Es jefe del economato y lleva 18 años en el hotel. En el hall del Antillas coincidimos con Lenin Campoverde, un ecuatoriano de 30 años que trabaja, desde hace tres, de botones. Asegura que está feliz con la empresa y que el tiempo que se pasa en el paro está con la familia, descansando o buscando algún trabajillo.
Francisco Alonso también trabaja en recepción. Es natural de Granada, lugar al que acude cada vez que tiene vacaciones.

Arreglando un jardín conocemos a Tomeu Vich, es ayudante jardinero y durante los meses de paro, tras la temporada de verano, se dedica a estudiar.
Desde Córdoba llegó José Jarit, quien lleva cinco años en el hotel como fajín de piso. Se ha aconstumbrado a trabajar diez meses al año y tras la temporada disfruta de unas vacaciones en compañía de su familia. Por su parte, María Eugenia Rodríguez tiene 43 años y desde hace 28 trabaja en la hostelería, es lencera y se vino a Mallorca en 1975 de su tierra natal, Granada. José Uribe es un mallorquín de 42 años y trabaja diez meses al año como técnico de mantenimiento. Durante los meses de paro se dedica a sus dos hoobys, la electrónica y los ordenadores. Al frente de 74 trabajadores se encuentra la gobernanta, Laura Roble, quien desde hace cinco meses se ha incorporado al equipo del hotel Sol Antillas.

En el cargo de sub-gobernanta se encuentra María Rosario Ovalle, quien lleva 30 años trabajando en la hostelería; también es natural de Granada y durante su estancia en el paro se dedica a su familia. En la quinta planta del hotel encontramos a dos mujeres realizando la limpieza de sendas habitaciones. Ellas son trabajadoras eventuales. Personas que tienen contratos de semanas, meses u horas. Lo cierto es que no pueden estar más de 9 meses trabajando en el hotel, según ley. Pilar Moral lleva 22 años trabajando como cocinera, camarera o en el comedor. Actualmente está limpiando las habitaciones y asegura que intenta no estar mucho tiempo sin trabajar.

Maribel Cova también es camarera de piso y tampoco está mucho tiempo parada, pues la vida no está como para tomarse muchas vacaciones.
En definitiva, que los trabajadores fijos discontinuos han comenzado la temporada y se han reencontrado con sus compañeros, que en muchos casos también son amigos.

Julián Aguirre