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Ayer estuvimos con él y con otros dos compatriotas suyos, afincados en Palma, y ambos ex púgiles, Cholo y Lira, éste relaciones públicas de El Túnel. «Se da la casulidad de que también nacimos en el mismo barrio -nos dice este último-, que comenzamos a boxear más o menos en la misma época y terminamos también casi juntos. Aunque nuestros caminos fueron distintos, los tres coincidimos en los Juegos Panamericanos que se disputaron en Brasil. Alfredo y Cholo fueron medalla de oro y yo, de plata.» También -y ya es casualidad, eh-, los tres estuvieron en la cárcel, aunque cada cual por motivos distintos.

Siendo chico, su padre se empeñó en que fuera boxeador, pero a él eso no le entraba. Un día, el progenitor abandonó la casa. «Nos dijo que se iba a buscar la vida, pero nunca más regresó. Entonces me dio por ser boxeador. Mi madre no entendía que cuando mi padre se empeñaba en que lo fuera yo me negaba y, sin embargo, ahora quería serlo. ¿Que si supimos más de mi padre? Sí, pero poco. Lo encontré 15 años después, en Panamá, ya mayor y enfermo».

A Evangelista le acusaron por tenencia de drogas. «Querían dar un escarmiento y se buscaron a uno con nombre -dice Alfredo-. Pero ya pagué por aquello. Cinco años me tiré en la cárcel, un lugar en el que en vez de regenerar, degenera más la gente. Porque, ¿qué crees que se hace en la cárcel, estando allí sin hacer nada, siempre con los mismos...? Pues ¡qué sé yo! Nada bueno. Aparte de que casi siempre andas pensando en la manera de encontrar una salida para poder largarte».

Pedro Prieto