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El acto del PP celebrado el jueves en el Auditòrium para presentar la candidatura de Jaume Matas se saldó con incidentes y la detención de un manifestante, que posteriormente fue puesto en libertad. Un grupo de activistas aprovechó el acto más importante que ha organizado el PP en las últimas semanas para mostrar públicamente su rechazo a la decisión de Aznar de apoyar las acciones bélicas contra Irak. No puede reprocharse la postura de unos ciudadanos que acuden libremente a reivindicar la paz en Irak, sea donde sea, pero lo ocurrido ante las puertas del Auditòrium no fue, precisamente, un ejemplo de acto pacifista. Lo ocurrido durante la presentación de Matas no tiene nada que ver con los actos organizados durante las últimas semanas para proclamar el «No a la guerra».

Los asistentes al mitin del PP tuvieron que escuchar cómo se les llamaba «asesinos» y «fascistas», entre otras lindezas, y en algunos casos los insultos subieron de tono de manera muy violenta por parte de los manifestantes. Mujeres que rondaban los 80 años, que nada tienen que ver con la decisión de Aznar y que posiblemente acudieron como acompañantes al acto del PP, también fueron insultadas. Y los pacifistas no distinguían entre dirigentes del PP, periodistas y policías. Todos los que acudieron al acto del PP, por cualquier motivo, fueron insultados y se coaccionó su derecho a asistir libremente a un acto político. Incidentes como el del viernes no son un ejemplo de democracia.

También es censurable que desde el Auditòrium, por parte de algún dirigente del PP, se lanzasen huevos contra los manifestantes, y que algunos militantes del PP, presos de los nervios, respondiesen a los insultos de los pacifistas. Pero las palabras más soeces procedieron de las presuntas filas pacifistas, que con su reprobable y grosera actitud hicieron un flaco favor a la causa de la paz. Por el bien de la convivencia y la democracia, los sucesos del jueves no deberían repetirse.