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Tal y como les comenté días atrás, Manuel Macía ha contratado a Silvia Salas para que sea la protagonista de «Lola y Dios», obra que estrenarán a principios de mayo en el Auditòrium de Palma, y que más adelante será presentada en Madrid. >Ambos, desde hace cinco días, ensayan en solitario sobre el escenario del tablao flamenco del Pueblo Español. De momento están leyendo la obra, con lo que ella, poco a poco, se va metiendo en el papel de Lola, una prostituta de las de antes de la droga, que en lo que hace la acera va hablando con Dios.

Por lo que me cuentan, el papel no es fácil. Al fin y el cabo, Silvia, por espacio de dos horas estará sola en el escenario hablando con Dios, que le contestará con voz en off, «una voz en absoluto estruendosa, como por ejemplo la de Los diez mandamientos -matiza Macía-, sino muy normalita, y en según que veces aflautada». Y Lola hablará con él de las cosas de las que una mujer que se gana la vida prostituyéndose puede hablar con Dios, que salvo en lo profesional, no variarán mucho de lo que le contarían otras. De momento están en el primer acto, que es cuando ella sale al escenario, y en lo que se maquilla, pinta y viste de prostituta, mantiene un monólogo sobre el prototipo de algunos de sus clientes: «Los albañiles huelen a pedo de queso -«eso lo dice Lola, no yo», aclara entre risas Silvia-; los camioneros a aceite de ricino y los chupatintas a agua oxigenada. ¡Y no les aguanto!»

Silvia, que ya ha hecho pequeños papeles en series de televisión, afronta este trabajo como un gran reto, «del que espero salir airosa», dice, convencida. Ni que decir tiene que si Manuel Macía ha apostado por ella es porque ha visto que puede sacar adelante el papel, «por otra parte nada fácil, pues todo él lo lleva ella. De verdad que veo que va a salir muy bien. Que no he pensado en Silvia por haberla visto en distintos programas de televisión, sino porque creo que tiene carácter. Y de momento todo va bien, la veo muy ilusionada». Tras la lectura y sus correspondientes matizaciones y correcciones, se pasa a la acción. Silvia sale al imaginario escenario que tiene como telón de fondo la Alhambra de Granada y actúa bajo la atenta mirada de Macía, que de vez en cuando le hace alguna indicación.
Pedro Prieto