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Y si no, pregúntenle a Victorino Bolekia, guineano de la etnia bubi -enfrentada a la fag, la etnia de Obiang-, maestro de escuela y alcalde de Malabo entre el 95 y el 2000, que reside en Mallorca, «aunque en Guinea viven mi mujer y mis cinco hijos».

A Victorino nos los presenta Cil Buele, a quien el gobierno de Guinea le negó recientemente el visado para que pudiera viajar hasta allí. «Al ser bubi, diputado y nacionalista, entiendo por qué se lo han denegado». Llegó a la alcaldía de Malabo encabezando una lista de candidatos, cargo que no le dejó exento de persecuciones por parte del Gobierno, ni encarcelamientos -estuvo varias veces en prisión- ni golpes físicos propinados por los policías. Pese a lo cual echó arrestos y en una ocasión, además, públicamente, se enfrentó a Obiang. «Fue el 23 de diciembre de 1998, durante un acto que había organizado su partido y en el que yo, como alcalde, debía de hablar. Me pidieron que aceptara que me escribieran el discurso, y contesté que no; me pidieron que si se lo dejaba revisar, y les dije que tampoco. Así que hablé lo que consideré, y el presidente se enfadó, llegando a perder su personalidad. A partir de ahí no me dejaron ir a ninguna parte; al principio me ponían excusas, luego me lo expusieron claramente». Con anterioridad, en febrero del 96, le acusaron de intentar dar un golpe de estado con un cooperante francés. «Fuimos a parar a la cárcel, de la que salimos poco después». Más adelante señala «que en un momento pareció como si Obiang quisiera democratizar el país» pero todo terminó cuando brotó el petróleo en Guinea. «Primero fueron 100.000 barriles, hoy son 500.000, y próximamente serán otros 300.000 barriles por los cuales una empresa petrolera norteamericana le paga mucho dinero, «desde luego menos de lo que vale -matiza Victorino-, pero que conforma a Obiang, quien, mientras nada en la abundancia, tiene a su pueblo en la miseria. Sí, a raíz del petróleo, Obiang levantó cabeza diciendo que se había acabado el recibir limosnas de Estados Unidos, España, Francia y Camerún».

Recuerda Bolekia que al llegar a la alcaldía, «con un sueldo de 11.000 pesetas al mes, como gastos de representación», los funcionarios hacía dos años que no cobraban. «Poco a poco los pusimos al día, pagándoles unas 5.000 pesetas al mes». Recuerda también que algunos de los pocos proyectos que pudo llevar a cabo fueron financiados por ayuntamientos catalanes, especialmente el de Barcelona. Por último, dice que ha dejado de pertenecer a su partido, Alianza Democrática Progresista, «pues no puedo seguir sabiendo que Obiang ha comprado la voluntad de mi secretario».

Pedro Prieto