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Los hermanos Fullana, Miquel y Toni, de Can Pometes, de Campos, además de ser actores -y uno de ellos, Toni, autor- poseen un teatro. Como los grandes actores. Y lo tienen en su pueblo, según se viene de Palma a mano izquierda. Un señor teatro, por cierto, en el que, además de representar sus propias obras -a primeros de marzo, de la mano de Mallorca So, su representante, reponen «Barrabassades»- lo alquilan al Ajuntament, a grupos teatrales o a conjuntos musicales. «Y a veces también hacemos cine», dice Miquel mostrándonos la impresionante máquina cinematográfica ubicada en la cabina, «gran parte de la cual -se refiere a sus piezas- pertenecieron a la del cine ABC de Palma».

Ambos son conscientes de que si en vez de un teatro hubieran abierto un bar, u otro negocio, a lo mejor les habría sido más rentable. «Pero si tenemos un teatro es porque somos actores». Y... pues sí.

Naturalmente, hoy en Mallorca no se puede vivir del teatro, y ellos no son una excepción, de ahí que tengan que buscarse el sustento por otros caminos. Miquel es guixaire, como su padre, y Toni posee una funeraria -«antes fui fontanero», recuerda- que a lo que se ve le da tanto trabajo que va a dejar los escenarios por una temporada, entre otros motivos por no poder desplazarse a otros puntos de la Isla, «por el trabajo y porque también tengo otro hobby, los caballos, que no quiero descuidar, pues uno no se tiene que pasar toda la vida trabajando».

Miquel, a quien le va mucho el ciclismo -segunda afición tras el teatro-, cuenta que a la hora de escribir se inspira en la vida y que «Barrabassades», por ejemplo, es un fiel reflejo de la misma. «Son tres divertidas historias sobre otros tantos casos muy de nuestro tiempo: mallorquín que va a Cuba y se casa con una cubana, que una vez casada ya no es la que era, me refiero a cariñosa; la construcción y sus problemas; y los efectos de la televisión de la cual somos tan dependientes en los últimos tiempos».

Por su parte, Toni confiesa que habiendo estado un día entero tras un difunto, rodeado de sus familiares, no le supone ningún problema, por la noche, convertirse en actor y hacer reír a la gente. «Todo es cuestión de mentalizarse. Cada cosa a su tiempo».

¿Por qué no escribe Toni una obra sobre lo que ve a diario? Porque en una funeraria se ven muchas cosas, suponemos. «¡Y que lo diga! Pero si la escribiera, algunos se enfadarían conmigo. Como mucho, comento las anécdotas en una cena, entre amigos, pero no sobre un escenario».

La funeraria de Toni abarca desde Santanyí a Campos, un vasto territorio, de ahí el mucho trabajo que tiene. «¿Maquilla también a los cadáveres?». «No, eso no, pues no lo piden, pero sí los vestimos y los preparamos. Incluso nuestra funeraria está en las autopsias y si el cadáver ha de ir a la Península o al extranjero, nos encargamos de hacer todos los trámites». Finalmente le preguntamos en qué épocas se muere más la gente. «Si no es en accidente, generalmente se mueren más en los cambios de estaciones, en primavera y en otoño».