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En plena precampaña con vistas a las próximas elecciones autonómicas y municipales es lógico que se produzcan movimientos con marcado carácter electoralista y esto está sucediendo ya con los dos grandes partidos del Estado, PP y PSOE. La convención de los conservadores celebrada este pasado fin de semana ha dado algunas sorpresas, como el gesto de Aznar al anunciar que concurrirá en el último puesto de la lista de su partido al Ayuntamiento de Bilbao en los comicios que se avecinan. Lo que debe tomarse sólo como eso, como un gesto de apoyo a los ediles de su partido en Euskadi, aunque nadie puede poner en duda que con ello busque mayores réditos en las urnas.

El PP, no obstante, sigue aún bajo el influjo de la incertidumbre ante las incógnita sobre la sucesión de Aznar al frente del partido, y eso se ha evidenciado durante la reunión mantenida por los dirigentes conservadores.

Por su parte, el líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, aseguraba que responderán a las «descalificaciones y lindezas del PP» con seriedad y trabajo. Y tiene toda la razón si considera que ésta es la única vía para conseguir algo positivo. Zapatero aboga, en estos momentos, por un desarrollo del Estado autonómico y por un mayor desarrollo también de las políticas sociales.

Y en este punto estamos, ante un Gobierno y un partido que no atraviesan uno de sus mejores momentos: la catástrofe del 'Prestige' y las incertidumbres económicas han conseguido ponerle contra las cuerdas. Y por otro lado, con la incógnita de lo que puede aportar el PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero. De momento, se ha destapado ya la caja de los truenos y la batalla por alcaldías y autonomías se ha abierto.