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La presencia de efectivos de Protección Civil en los casos de emergencias se ha hecho tan habitual como lo pueda ser la de los bomberos, la Policía o la Guardia Civil y los diferentes servicios de ambulancias, tanto es así que es como si esa presencia se hubiera producido desde siempre, por lo menos hasta donde alcanza nuestra memoria, pero eso no es así, puesto que el cuerpo de voluntarios de Protección Civil es de reciente creación, por más que, al menos en la teoría, cada vez que ocurre una emergencia general, los diferentes cuerpos y fuerzas de seguridad deben estar coordinados mediante la convocatoria de la junta de seguridad, en las sedes de los gobiernos central o autonómico.

Pero tal vez ha sido con la catástrofe del «Prestige» cuando la existencia del Cuerpo de Voluntarios de Protección Civil se ha hecho más patente, al ponerse al frente de la coordinación de esa «marea blanca» formada por miles de voluntarios procedentes de toda España y también del extranjero. En Balears, la creación de este servicio tuvo una rápida respuesta de la población civil y en poco tiempo se contó con un nutrido grupo de voluntarios que estaban inscritos a la agrupación de Palma, que daba cobertura a toda la Isla. Pero no se le podía dar el sentido que tiene la función del voluntariado porque, por ejemplo, en el caso de un incendio forestal poco podían hacer esos voluntarios porque solían desconocer las diferentes zonas en las que se producía una emergencia. Pero este problema se solucionó cuando los ayuntamientos decidieron incorporarse a la organización. A partir de entonces, al ser los voluntarios locales conocedores de sus respectivas lugares, se pudo empezar a ayudar y a saber cómo hacerlo, porque son guías muy efectivos en los casos de los incendios forestales o búsqueda de personas desaparecidas.

Los voluntarios municipales de Protecció Civil también son efectivos en los casos de emergencias en la zona urbana «porque ellos viven allí y pueden llegar antes que cualquier otro servicio y están formados para poner en práctica los sistemas de autoprotección y saben cómo actuar para atender a las personas. Porque hay que tener en cuenta que en los primeros cinco minutos de una emergencia nadie nos da una mano y se tardan unos minutos que son vitales en lo que se refiere a los primeros auxilios», asegura Joan Nicolau, jefe de operaciones. Pero no fue fácil crear esa red que todavía se está tejiendo. «No había que caer en la precipitación. Empezamos nuestras gestiones hace seis años en los pequeños pueblos del interior, pero pocos creían que un cuerpo de voluntarios pudiera funcionar. Afortunadamente poco a poco se ha ido demostrando la efectividad del voluntariado y ya hay 26 agrupaciones entre las cuatro islas. En el caso de Formentera es para ponerles un 10, porque ellos son los únicos que están preparados para hacer frente a una emergencia antes de que puedan llegar las otras fuerzas, que siempre tienen que llegar en barco u otro medio aéreo de transporte». Cuando algún aspirante quiere incorporarse en una agrupación, pero no existe ninguna en su municipio, se le remite a la agrupación del ayuntamiento más cercano. Para ser admitido deberá superar un curso básico de protección civil de 30 horas, en el que se le da a entender que para ayudar hay que saber cómo hacerlo. Una vez admitido, se le hace un seguro y se integra en la agrupación más próxima, que está a las órdenes del alcalde.