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El líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, ha visitado Palma en un momento en el que su partido remonta posiciones tras años de decaimiento. La crisis provocada por la marea negra del «Prestige» y sus consecuencias políticas y el desgaste propio de un gobierno que lleva a sus espaldas dos legislaturas han propiciado que las simpatías del PP empiecen a menguar en favor de un PSOE que en los últimos tiempos ha ganado bríos.

Ya era hora, a decir verdad, después de la última época de un Felipe González completamente agotado y de los «fiascos» de Borrell y Almunia. Ahora sí, el socialismo español está claramente representado por un José Luis Rodríguez Zapatero cuyo discurso moderado y conciliador ha sabido ganarse cuando menos el respeto de gran parte de la población.

Una actitud encomiable que ha sabido conjugar sin estridencias el apoyo incondicional al Gobierno en asuntos de Estado como el terrorismo o la Justicia, a la vez que mantener sus posturas discrepantes en temas como la educación o la reforma laboral.

Zapatero ha visitado Palma y ha hablado de lo de aquí y de lo de allá, citando problemas nacionales como el de Galicia o la nueva reforma penal, y refiriéndose a asuntos locales, como el suministro energético a las Islas. Obviamente, ha dado todo su apoyo al Govern de Antich y ha anunciado que si llega al poder no actuará como el Gobierno del PP respecto a Balears. Las difíciles relaciones entre el Gobierno central y el de las Islas son, por desgracia, una constante histórica. No cabe duda de que el PSOE intentará explotar el gancho de una posible victoria de Antich y Zapatero en sus respectivas citas electorales. Falta saber cuál será la reacción del PP, que no tiene todavía ni candidato oficial para Balears para el próximo mes de mayo, ni candidato para las elecciones generales del 2004.