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El simbolismo de la Llave es muy evidente: abrir lo que está cerrado y cerrar lo que está abierto. En la cultura cristiana, una referencia fácil a este sentido son las Llaves de San Pedro como guardián del Cielo. Vemos como el escudo de armas papal lleva las dos llaves, los dos significados; lo que no está tan divulgado es que este era el emblema del dios romano Jano, el dios de las dos caras que astrológicamente podría corresponder al signo de Géminis, y que también implica la idea de ver en el día y en la noche. Y en esa frecuencia recordemos que Jano regía los solsticios, las fases ascendente y descendente del ciclo solar anual. Son puntos extremos ya que el equilibrio se halla en los equinoccios. Es el «coagula y disuelve» alquímico, el yin y yan oriental.

En este caso se trata de cerrar y abrir las etapas de nuestra vida, de nuestro crecimiento. Lo más sano a nivel emocional y psíquico es concluir los temas que se han abierto en lo que a nosotros respecta. Una vez cerrado un tema, se abre otro, y mientras esto sucede varios otros temas han sido abiertos con diferentes ritmos y cadencias. La voluntad o predisposición de conclusión o cierre aporta el equilibrio necesario para seguir despiertos emocionalmente y al mismo tiempo ir dejando que el inconsciente, ese valiosísimo amigo interior, se nos vaya mostrando con mayor facilidad, ofreciéndonos la información que necesitamos.

Decimos que tenemos la llave de una situación cuando poseemos los recursos que esta requiere para nosotros. Esto otorga un grado de poder sobre quienes no tienen esa llave y es posible ejercer también un mando. Y no digamos lo que es poseer la llave de un secreto, de un enigma. Quien posee la llave es el jefe que tiene que tomar la decisión y que debe responsabilizarse de ello. La pregunta que surge a continuación es: ¿tenemos la Llave de nuestra vida? Si uno cree que no es así y se pregunta ¿quién la tiene?, ¿dónde está?, entra en un delirio que puede tener consecuencias graves. Las iniciaciones de las que tanto se habla en el mundo espiritual no son otra cosa que llaves. Ser un iniciado quiere decir estar en posesión de la llave. Si tienes la llave, considérate un iniciado.

Frederic Suau