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Julia Christie aparece en escena, lleva un chaleco de cuero negro, unos pantalones ajustados negros y una americana granate. Es rubia, alta y bella. Ha dejado el miedo en la caravana y se ha enfudado el respeto, la profesionalidad y el riesgo. Poco después aparece Steven con sus dos años de edad, sus 220 kilos de peso, su lomo rayado y su intensa mirada de depredador. Es el felino más peligroso que existe, es un tigre que hiela a cualquiera con su mirada. Es una bestia.

Ellos forman el número estrella del espectáculo del Circo Williams, que permanecerá en Palma hasta el próximo domingo. Ella, sueca de nacimiento, debe domarlo, debe controlarlo, para ello no utiliza el castigo como la mayoría de domadores, sino el regalo, un trozo de carne. Su objetivo es hacerlo desaparecer. Ante ella cientos de personas que rompen a aplaudir.

Él, de Bengala, no debe despistarse, debe atender las instrucciones de su «madre», es lo primero que vio al nacer, no puede asustarse y así hará feliz a los cientos de niños que le miran fijamente con una mezcla de impresión, miedo y sorpresa. Son Julia y Steven y los pueden ver en el Circo Williams. Pero Julia, como maga que es, no se limita al peligro del tigre, también hace aparecer y desaparecer en su número una serpiente, dos perros y dos mujeres.