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El arquitecto británico Richard Rogers, diseñador del Parc Bit, expresaba su desacuerdo con el hecho de que el Govern de les Illes Balears descartase cualquier uso residencial del parque tecnológico, tal y como inicialmente lo había previsto él mismo. Todos los partidos políticos han evaluado de forma muy positiva la evolución de las nuevas instalaciones desde sus comienzos, aunque discrepan en este asunto. Así, los integrantes del Pacte dan todo su apoyo a la postura del Ejecutivo autonómico, mientras que el PP cree que habría que desarrollar el proyecto de Rogers, pero sin dar lugar a especulaciones. Es importante apuntar también que el mismo director del Parc Bit señalaba que ninguna empresa se había interesado por la posibilidad de las viviendas. De momento, Rogers tendrá que construir sus casas en otro sitio.

Ciertamente, el modelo de las residencias integradas en las zonas en las que se trabaja puede ser válido para otros lugares y es muy propio de la cultura anglosajona y, en especial, de la norteamericana. Pero, resulta extraño para nuestra forma de entender la relación trabajo-vida privada. Mallorca ofrece un modelo distinto de calidad de vida, auténticamente mediterráneo, que permite una razonable alejamiento entre el despacho y la residencia.

Las distancias en Mallorca son lo suficientemente cortas como para que quienes trabajen en el parque tecnológico puedan fijar su residencia en muchos puntos de la Isla sin que ello suponga ningún problema. Es más, quienes trabajan ya o quienes trabajen en el futuro en el Parc Bit pueden disfrutar de los variados atractivos que brindan tantos pueblos de la costa y montaña mallorquina, con el enriquecimiento que esto puede suponer para ellos, lejos del enorme aislamiento que significaría el círculo cerrado de unas residencias en el mismo parque.