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Pepe Carrillo, conocido como «el pintor de la noche», podría irse una temporada a Munich, a pintar y a exponer, «pues estoy viendo que mi pintura gusta más a los alemanes que a los de aquí». Nacido en Archena (Murcia), se vino a Mallorca en busca de fortuna. Como era buen rotulista no tuvo problemas laborales. Soltero y sin compromiso, «tenía cuantas mujeres quería, pero todas terminaban yéndose con otros, no sé si para darme celos o por qué».

Cansado de tanto desaire, optó por buscarla en otras latitudes. A diferencia de como hicieron otros, ir a Cuba, él, tras una conversación que mantuvo con un amigo que le habló de que la mujer filipina es muy dulce y dócil, para la Isla de Luzón se fue. Primero estuvo en Manila, y pese a que encontró a algunas muy cariñosas, «de paso que hacía turismo, seguí buscando», ahora más hacia el sur. Narvacan, en Ilocos, donde se encontró con Leonida Camarillo, con quien en menos de dos meses se casó. Del matrimonio nacieron dos hijos, Daniel y Juan José. Los cuatro viven en Palma, en una planta baja cerca de Son Gotleu.

Ella, sobre todo, está muy integrada y es feliz. «¿Que si es dócil? Es una mujer magnífica: cuida de los hijos, de mí y tiene la casa limpia, la comida preparada. De verdad que quien me habló de la mujer filipina no me engañó». A menudo Carrillo reúne en el patio de su casa a filipinos residentes en Mallorca, «a veces somos cien y nos hacemos un asado. ¿Asado de perro...? En mi casa, jamás. Y tampoco yo lo he comido, aunque allí, tanto en Manila como en Narvacan, he visto comerlo».