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Penúltimo día en Bosnia Herzegovina. Nos dirigimos hacia Stolac, en cuya gasolinera nos encontraremos con el contingente balear al mando del teniente Francisco Campos, un hombre que ha conseguido un buen grupo, sobre todo por el compañerismo que observamos que reina en él. Desde el día anterior, ellos han estado en misión de información sobre las necesidades y problemas de las familias de los distintos reasentamientos de la zona de Stolac, lo que les ha obligado a pasar la noche a cielo raso, metidos en sacos de dormir, noche, por cierto, fría, en la que las charcas han estado a punto de helarse.

Tras el encuentro, nos dirigimos en los tres jeeps de la Sección Balear hacia el primer reasentamiento, denominado 73 H 01, ubicado en Tersana, perteneciente al municipio de Visues, y habitado por bosnios musulmanes. Dos hombres y tres niños pequeños salen a nuestro encuentro a poco de haber aparcado en su calle principal, estrecha, sin asfalto y con varios charcos, en algunos de los cuales vemos agonizando a peces de colores que han llegado hasta allí a través de una rudimentaria canalización con el río Neretva, cuyo nivel sigue creciendo, y que en parte es la causa del encharcamiento, pues desde hace tres días en esta zona no llueve.

En lo que los hombres se acercan, el teniente Campos da unas golosinas a una niña que, en veloz carrera, ya está a su lado. Los hombres, a través de la intérprete (algo más de 200 euros al mes), hacen saber al sargento Monteagudo las necesidades del lugar: hay que solucionar el problema del barro y el del transporte de los niños al colegio. El autobús no llega hasta aquí», le dice, luego Garbo Kemala, la mujer de POC, que es el representante de la comunidad, ausente por haber ido al mercado a vender cuatro cebollas y un par lechugas cosechadas en su pequeño huerto.

A todo esto, el sargento Monteagudo ha acompañado a Garbo hasta su casa, donde le enumera las necesidades más importantes que son poco más o menos las mismas que han contado antes los hombres, además de que sería conveniente de que la policía patrullara por allí con más frecuencia. A continuación nos cuenta que en lo que terminan de remozar su casa, que tuvieron que abandonar cuando estalló la guerra viendo cómo a su marido y a sus tres hijos se lo llevaban a un campo de concentración "«uno de ellos se fue con 105 kilos de peso y regresó con 55»" siguen viviendo en un pequeño cuartucho de madera de no más de veinte metros cuadrados.

En lo que regresamos a los coches, el teniente Campos nos diferencia la misión que están llevando a cabo hoy respecto a la que realizaron el pasado viernes y de la que también fuimos testigos. «Aquella fue humanitaria, pues estuvimos entregando comida en los reasentamientos que visitamos; ésta es de información: escuchamos problemas, tanto materiales como humanos y tomamos nota de ellos a fin de solucionarlos». En veinte minutos llegamos a nuestro próximo destino: Gabela. Es el reasentamiento 73 H0 4, habitado por serbios. El POC de este lugar es Krsto Mandrapa, que tiene acogido en su humilde casa al matrimonio vecino, formado por Marko y Stana Ratkovik, que es invidente y que permanece tumbada en una mísera cama de madera cubierta por dos mantas.