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De nuevo tras el verano el índice de desempleo nos ha vuelto a dar un susto, y eso que los datos hechos públicos ahora corresponden a septiembre, cuando la temporada turística todavía estaba en marcha, aunque a menos gas que en agosto.

Los sindicatos achacan parte de este empeoramiento a las facilidades que el «decretazo» proporciona a los empresarios a la hora de despedir a sus trabajadores y se apuntan así otro tanto para la manifestación de hoy en Madrid.

Sea debido a esa causa o a la ralentización de la economía española "a rebufo de la internacional", lo cierto es que la realidad cotidiana de miles de familias vuelve a ponerles en la cuerda floja en un país que no acaba de encontrar una salida a un desempleo descontrolado que se ha cobrado ya cien mil puestos de trabajo en un año.

Ante esta situación, que a cualquier persona corriente le resulta preocupante, el Gobierno continúa empecinado en no ver la realidad. Creen desde el Ejecutivo que los datos negativos se deben al fin de la temporada turística "habrá que esperar al mes que viene para tener una idea completa" y a la incorporación de jóvenes al mercado laboral.

Pero no sólo el paro registra esos baremos descorazonadores. Los contratos laborales firmados en septiembre son abrumadoramente inestables, pues sólo el 8'78 por ciento fueron indefinidos. No es todo. También el número de afiliados a la Seguridad Social cayó el mes pasado.

Un panorama complicado que es preciso analizar con detenimiento, en vez de lanzar proclamas eufóricas, para ver si entre todos "sindicatos, patronal y Gobierno" son capaces de afrontarlo y darle soluciones creíbles a medio y largo plazo.