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El frenético ritmo entre vestuarios, antes de iniciar un desfile estan llenos de pura adrenalina y nervios. Acudimos a Madrid, donde se celebra la pasarela Cibeles, desfilan 35 vestidos y prendas del diseñador mallorquín Tolo Crespí y momentos antes de dar incio el desfile nos adentramos en la zona privada, para el público.

Un equipo de peluqueros trabajan a todo ritmo últimando los detalles en el cabello de las modelos, ruidos de secadores de pelo, cientos de orquillas, laca, gomina, y cepillos son utilizados constantemente por estos profesionales de la peluquería, mientras las maquilladoras realzan las facciones de las modelos con polvos, cremas, pintalabios, colorantes, etc.

Mientras las propias modelos se observan frente al gigante espejo, semi desnudas, mientras el diseñador y sus ayudantes colocan el vestido a la modelo. Todo son prisas y no hay que olvidarse nada. Las modelos repasan una y otra vez, mentalmente, sus pasos sobre la pasarela, se miran unas a otras y saben que tras la compañera le toca el turno a ella. Suena la música y comienza el desfile, pero no se acaba pues tras lucir la primera indumentaria, se despojan rápidamente de ella y se colocan la siguiente creación, los peluqueros vuelven a peinar y retocar el maquillaje, así hasta siete o más veces en menos de una hora. Esa es la vida tras la pasarela.