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Nicaragua, al igual que la gran mayoría de países latinoamericanos, es una nación que vive sumida en una permanente crisis económica. Elementos como la deuda externa, la tremenda corrupción política o los desastres naturales ¿recuerdan el Mitch?, son elementos que contribuyen a que esta situación deje de ser pasajera para convertirse en el pan de cada día de la mayoría de nicaragüenses.

El país depende en buena parte de las ayudas económicas que llegan del exterior, ayudas que no siempre son del todo desinteresadas. Es por ello que siempe resultan de agradecer iniciativas como las del Centre Universitari Ariany de Palma, que organizó un campo de trabajo en este país centroamericano. Un grupo de voluntarios del centro se dirigieron hace unas semanas a Jardines de Apoyo, una pequeña localidad situada en el centro de Nicaragua.

El déficit sanitario es uno de los graves problemas a los que se enfrenta el país. Conforme a ello, entre los objetivos de los voluntarios mallorquines se encontró la construcción de un dispensario médico. Jesus Villena y Ignasi Martín, médico y farmacéutico respectivamente, no dieron abasto durante el mes que duró el campo de trabajo.

El bajísimo nivel educativo (la mitad de la población es analfabeta) es otro de los lastres que arrastra el país. Aunque en un mes no se pueden hacer milagros, los voluntarios intentaron con sus clases de lectura, ortografía y matemáticas brindar a los niños del poblado un acceso a una cultura que por circunstancias de la vida se les tiene injustamente negado.

La lista de objetivos, al igual que el de necesidades de la zona, fue largo. La construcción de una abonera, un camino de acceso y una panadería con su maquinaria se encontraron entre los proyectos que estos once voluntarios tenían en mente. A su vuelta se mostraron muy satisfechos con la experiencia. Y es que según nos comentan allí no sólo han dado, sino que también han recibido mucho. Las espontáneas muestras de gratitud y alegría han constituido para ellos la mejor moneda de cambio por su labor. Ellos han enseñado allí a leer y escribir pero también han aprendido mucho sobre algo que aquí parece olvidado: el arte de vivir.