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En un avión rumbo a Tindouf, Argelia, los más de 100 niños saharauis que han disfrutado de un verano diferente en la Isla, partían ayer por la tarde hacia el campamento de refugiados del Sáhara Occidental, donde les aguardaba su familia.

Atrás quedan dos meses de intensas emociones en un mundo desconocido para ellos y donde queda una familia de acogida triste por la marcha de estos pequeños, que han sido durante este tiempo un hijo más a quien ofrecer cariño.

El antes y el después de estas vacaciones tiene un contraste acentuado. Vinieron cansados, con problemas de salud y vestidos en pleno julio incluso con tres pares de calcetines. Ayer, esos pequeños embajadores de un pueblo sometido, ofrecían un aspecto totalmente diferente. Ropa nueva, gafas de sol y juguetes son algunos de los valiosos recuerdos que enseñarán al llegar a sus verdaderas familias.

Son sin lugar a dudas las mejores vacaciones, con excursiones, fiestas y muchas horas de diversión en la playa.