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PEDRO PRIETO Henry d'Orléans y su esposa, Micaela Quiñones de León, apuran las vacaciones en su casa pollencina. Recientemente ha publicado en un artículo sobre el conflicto palestino-israelí, al que no ve solución. «O bueno, sí; puede haber solución si Israel devuelve a los palestinos los territorios que les ocupan».

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Respecto a la ascensión de la extrema derecha en Francia, atajada por la unión entre derecha y socialistas, el heredero de la corona francesa señala: «Le Pen no sólo dio un susto a los socialistas, sino que nos lo dio a todos. Porque lo que no queremos en Francia son los extremos intolerantes, sean de derechas o de izquierdas, pues con ellos no se puede gobernar. De ahí que entre los vuetas de las presidenciales saliera para anunciar que me presentaba en la próximas elecciones europeas. Pienso que es la única manera de ayudar a los franceses a salir de los extremos».

Aunque admira lo que ha hecho su primo, Simeón de Bulgaria, que ganó las elecciones de su país, lo que demuestra que un rey puede gobernar, «lo que quiero hacer, nada tiene que ver con lo que hizo él, pues yo no voy a montar ningún partido para acudir a las urnas, sino que iré como independiente, asesorado por un equipo que conoce la realidad de mi país». Ni que decir tiene que le hubiera gustado ser rey de Francia, aunque eso no puede ser. «El heredero no tiene derechos, pero sí obligaciones, y defender a su país es una de ellas. Por eso voy a tratar de defender a Francia desde el Parlamento Europeo», lo cual es inaudito, pues que se sepa, Henry d'Orléans se convierte en el primer heredero que se pasa a la política.

Sobre la posible ilegalización de Batasuna, confiesa que no está siguiendo el proceso, «como ustedes con ETA, nosotros tenemos con los corsos un problema similar. Según veo, los partidos que se dicen nacionalistas, entre comillas, que apoyan a movimientos terroristas, suelen ser integristas y algunos, mafiosos. Y eso no es bueno para ningún Estado».