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Llegó a Son Sant Joan el mismo día que su hermana, Ana, y tras saludar a su familia, se instaló en el hotel, con su novia e hijo. Parece ser que a diario acostumbran a aparecer por la playa sobre el mediodía, en una zódiac se dirigen a una lancha que tienen fondeada no el puerto, sino a unos 200 metros de la orilla, y con ella se van a dar una vuelta. Ayer les acompañaban el hijo de él y una niña. Javier lucía bañador a cuadritos blancos y rojos, como los manteles de los típicos restaurantes franceses, y ella un bikini de color azul. Para desgracia nuestra, al regresar a tierra en la zódiac, se colocó una pamela de paja, lo que nos impidió ver su bello rostro, y como dicen que últimamente Javier tiene poco que contar "porque, ¿qué se le pregunta, me lo dice alguien?", saca genio cuando ve prensa a su alrededor, no era cuestión de pedirle que se quitara la pamela y mucho menos que posara sonriente a su lado. Una vez en tierra, ella se vistió y luego los cuatro se fueron a almorzar. Y mañana, otra vez al mar, suponemos.