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El presidente del Gobierno, José María Aznar, aseguró ayer en Menorca que a lo largo de las próximas tres semanas piensa «descansar lo necesario», disfrutar con su familia, y leer «mucho», pero que no por ello dejará de seguir su entrenamiento «fielmente». En mangas de camisa "de marca" y acompañado de su esposa, Ana Botella, más delgada, muy bronceada y vestida de blanco, el presidente mantuvo un encuentro informal con la prensa en Son Camaró, la casa que ha alquilado para pasar sus vacaciones de verano, que en principio sólo interrumpirá para despachar en dos ocasiones con el Rey en Mallorca, mañana lunes la primera de ellas.

Entre los periodistas acreditados se encontraba nuestro compañero menorquín Josep Pons Fraga, que le hizo entrega de un álbum de fotos de las vacaciones presidenciales del año pasado, obsequio que Aznar agradeció emotivamente. «Hay que tener cuidado y mantener un calendario ordenado de los días de descanso necesario y espero que lo entiendan», se excusó Aznar en referencia a las personas, organizaciones y entidades que le han invitado a distintos actos con motivo de su estancia en Menorca. «Si no descansamos en agosto, luego tendríamos que coger vacaciones en septiembre, y eso no es posible», añadió entre risas.

Entre otras cosas, porque el próximo día 5 de septiembre se casa su única hija, Ana, de 20 años, con su antiguo ayudante, Alejandro Agag. Preguntada por los preparativos de la boda, Ana Botella aseguró que «está casi todo», ya que ha contado con la ayuda de su hija, su futuro yerno y la madre de éste; y no, el presidente no se ha involucrado mucho en la organización del evento porque «no ha tenido un año fácil», dijo.

Aznar llegó ayer a la Isla acompañado de su esposa y de sus hijos Ana y Alonso, y se instaló en la finca Son Camaró, entre los términos municipales de Ferreries y es Migjorn, donde a lo largo de las próximas semanas recibirá «a algunos invitados, pero todos familiares», precisó. Situada en el interior de la isla, la casa es una construcción rústica de dos plantas. Pintada de blanco y con las tradicionales contraventanas verdes, está rodeada de un amplio jardín y cuenta con una moderna piscina y un pequeño huerto. Para garantizar la seguridad de la familia Aznar, un amplio dispositivo de la Guardia Civil controla la carretera y el acceso a la finca.