Centenares de vecinos, turistas y mallorquines llenaron las estrechas calles de Pollença. Foto: S.AMENGUAL.

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Pollença vibró de nuevo ayer con el simulacro de Moros i Cristians, la ancestral batalla que rememora el ataque al pueblo del 31 de mayo de 1550 por parte de tropas de piratas moros. Más de 450 años después de este ataque, los pollencins consiguieron de nuevo, tras horas de dura batalla, derrotar a las tropas invasoras gracias a su coraje y a la asistencia de su patrona, la Mare de Déu dels Àngels.

Miles de personas llegadas de toda Mallorca se congregaron en las calles más céntricas para asistir a una de las celebraciones más espectaculares y tradicionales del verano isleño. La batalla, cuyos participantes viven con auténtica furia, comenzó sobre las siete de la tarde en la Plaça de l'Almonia tras horas de espera y expectación. Las tropas moras llegaron por sorpresa hasta el centro del pueblo comandadas por el temido pirata Dragut, representado por Miquel Àngel Navarro. Pero allí se encontraron con el héroe pollencí por excelencia, Joan Mas, encarnado este año por Guillem Cànaves «Pixona», quien delante de centenares de personas instó con coraje a sus conciudadanos a enfrentarse a los sarracenos y defender el pueblo con las conocidas palabras de: «Mare de Deú dels Àngels, assistiu-nos!, Pollencins, aixecau-vos!; els piratas són aquí!».

Se vivió así, entre los aplausos del público y la excitación de todos los pollencins, el momento culminante y más esperado de las fiestas de la patrona de Pollença, anheladas por los ciudadanos durante todo el año y que se viven con gran intensidad desde las elecciones populares para elegir a los representantes de los moros y cristianos, que tienen lugar a mediados de julio. La batalla se desarrolló con la habitual fiereza entre las estrechas calles del municipio con el movimiento de palos y espadas de madera empuñadas por los luchadores, todo ello envuelto en el profundo aroma del tradicional mesclat que desde la noche anterior recorría el pueblo.

A media batalla, l'Ajuntament Vella, representado por Martí Cifre, Antònia Cifre, Anoni Alegre y Antoni Provensal, se incorporó a la lucha que, como manda la tradición, acabó en el campo de fútbol con la victoria de los cristianos sobre el corsario Dragut y sus compinches. Una vez ganada la batalla y para dar por acabadas las fiestas, los cristianos se dirigieron al templo parroquial, donde entonaron el Tedeum en agradecimiento a su patrona, la Mare de Déu dels Àngels. La jornada había comenzado por la mañana con la celebración de la misa mayor también en la parroquia, durante la cual los cossiers realizaron el baile de l'Oferta. Sobre la una del mediodía, se repartieron los premios y distinciones que cada año concede el Ajuntament en la iglesia de Monti-Sion. Estos actos suelen contar con menos participación popular. Muchos pollencins descansan aún de la noche de l'Auborada.