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Enrique Ponce y Paloma Cuevas, un día en el mar A la hora en que estaba anunciada su reaparición en la plaza de toros de Santander, 6 de la tarde, el diestro Enrique Ponce, junto con su esposa "la pareja megaguapa, educada y amiga de los periodistas del firmamento glamouroso nacional" y unos amigos (el hotelero Eduardo Santos y su esposa Esther Alcocer), regresaban de pasar el día en el mar, cerca de Cap Blanc, hasta donde llegaron a bordo del barco de los citados amigos. Enrique Ponce, que se recupera muy bien de la cogida sufrida recientemente "bastó verle nadar en aguas del Llevant mallorquín para ver que está retomando la forma", pasa unos días de descanso en la Isla en compañía de su guapa y elegante esposa, Paloma Cuevas. Ambos habían llegado anteayer por la tarde a Son Sant Joan, en compañía de una niña, e inmediatamente se trasladaron al hotel donde se hospedan. Ayer a mediodía, a bordo de un coche blanco, se trasladaron al puerto cercano, donde embarcaron "Enrique extendía la toalla en la plataforma de proa, sobre la que se tumbó a tomar el sol" y salieron a navegar poco más o menos a la misma hora en que lo hacía el Rey, éste en el «Fortuna», tomando ambas embarcaciones caminos similares, puesto que el yate real fue visto en aguas de es Trenc, donde permaneció hasta entrada la noche. Ponce, gran aficionado a la caza mayor y a los safaris "más de uno lleva hecho por tierras africanas", con permiso de la guapa Inés Sastre, que llegó a a medio día con su novio, se convirtió en una de las piezas más codiciadas de un verano que no termina de arrancar por lo que a famosos se refiere. Aunque todo se andará.