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Un año más el GOB junto al Consell de Mallorca organizan el Campo de Voluntariado Ambiental para promover, en las zonas de la Trapa y la Dragonera, la conservación y recuperación de las marjades y la restauración integral de las casas que se encuentran en la zona. Tras el abandono de la Trapa y los incendios acaecidos en 1994 en esta zona, una de las más áridas de Mallorca, se toma esta iniciativa para que grupos de jóvenes acudan allí como grupo de apoyo a la restauración y conservación de esta hermosa zona de la Isla. En este primer turno, son ocho los jóvenes voluntarios que sin ningún ánimo de lucro han abandonado el mundanal ruido, el ajetreo o la agitada vida en la ciudad para trabajar durante 10 días en la recuperación de esta zona de la Serra de Tramuntana.

Además de realizar los trabajos de recuperación arquitectónica y forestal, estos jóvenes están experimentando, aunque sea por unos días, una nueva forma de vida donde los recursos son escasos y donde lo más insignificante adquiere un importante valor. El reciclaje, el consumo de alimentos de comercio justo y local, la utilización de productos biodegradables, aprender a conservar el medio y lo arquitectónico y convivir con la naturaleza son valores que aquí adquieren su máxima expresión. Uno de los bienes que más han aprendido a valorar ha sido el agua y, para ello, se han creado diferentes métodos para la depuración y el aprovechamiento de este recurso.

Aparte del material necesario con el que se inicia el campamento, disponen de un responsable técnico, Joan Gelabert, que es el encargado de suministrar cada día el agua potable y todo aquello que fuera necesario para el grupo. Muchos de los trabajos realizados son posibles gracias a la colaboración de estos voluntarios que a lo largo de siete días han permanecido en la zona de la Trapa y que en los últimos tres días del campamento tomarán rumbo hacia la Dragonera. En esta zona, su labor está dirigida a cubrir un punto de agua importante con lo que se pretende evitar la evaporación del agua y que la fauna pueda aprovechar este recurso escaso. Además, se llevará a cabo una limpieza de basura en el litoral de la isla.

A pesar de tanto trabajo, con la colaboración del director, Xavier Garí, y de los monitores, Sònia Vives, Ferran Pizà y Àngels Morro, pueden disfrutar además de actividades de educación ambiental, excursiones a pie, talleres ecológicos o talleres de productos artesanales que hacen que la estancia de estos jóvenes voluntarios sea más amena. Todos coinciden en que «es una experiencia que debería vivir todo el mundo, no sólo gente joven». Este acercamiento a la naturaleza sugiere una forma de vida en la que hasta la persona más urbana es capaz de constatar que es posible vivir de esta ecológica manera e, incluso, llegar a preferirla.

Quizás la concienciación de la sociedad mallorquina sea una de las claves para que lugares tan ricos, como es la Reserva Natural de la Trapa, se conserven. Y con ello, técnicas de cultivo o construcción, el paisaje vegetal, el litoral rocoso, las aves y otras especies de nuestra fauna sobrevivan con el paso de los años y, por qué no, gracias a la colaboración de todos.