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HÉCTOR ALEMANY El sector sanitario era en un principio uno de los sectores donde más se temía por los servicios mínimos decretados para la huelga general convocada durante la jornada de ayer del 20-J. Un sector tan delicado como es el de la sanidad precisaba unas necesidades básicas para que todos los ciudadanos pudiesen ser atendidos sin que se produjeran ningún tipo de adversidades al respecto. Afortunadamente éste fue el caso y no hubo que lamentar ningún tipo de incidentes reseñables. Los pactos que acordaron los sindicatos con el Govern sobre los servicios mínimos en el sector se cumplieron con absoluta normalidad. Se trataba de garantizar en los hospitales el servicio de urgencias, la atención en las unidades de cuidados intensivos, coronarias, de hemodiálisis, de neonatología, radio y quimoterapia, las operaciones inaplazables, los servicios de limpieza "similares a una jornada festiva" y también se garantizó la dieta de los enfermos.

En el PAC Escola Graduada, el día se vivió con total normalidad por parte del personal sanitario que acudió a su puesto de trabajo, pero la actividad fue menor que la habitual en una jornada normal.

La plantilla del PAC consta de cerca de 30 trabajadores de los cuales sólo dos médicos y una enfermera se sumaron a la huelga. Todos los demás decidieron trabajar como si se tratase de un día normal. Incluso no estuvieron saturados de trabajo porque muchos de los pacientes pensaban que estarían bajo servicios mínimos. Cabe reseñar que, por ejemplo, ayer no se realizaron análisis de sangre, no porque las enfermeras no quisiesen, sino porque ayer no se acudía a recoger las muestras a los centros.