TW
0

Francesc Torradeflot i Freixes, licenciado en Historia de las Religiones y Secretario de la Asociación UNESCO para el diálogo interreligioso, impartió ayer una conferencia en la sala parroquial «Karmel», organizada por los Carmelitas Descalzos y la Delegación de Ecumenismo de Mallorca. Torradeflot explicó cuáles son los desafíos actuales en el diálogo entre religiones y citó como primer obstáculo «la ignorancia de la gente sobre la diversidad religiosa. No se trata de mala fe, sino de una ancestral costumbre de proyectar prejuicios sobre el que es diferente. La intolerancia surge por una falta de hábito».

En la conferencia abordó la situación internacional y afirmó que «un musulmán que conozca bien su tradición nunca sería fundamentalista. El Corán es pacifista al cien por cien. En él se dice que 'Siempre es mejor perdonar que herir', aunque es de los pocos textos que parece justificar algún tipo de reacción violenta, pero nunca como los atentados del 11-S. El Corán jamás justificaría estos atentados».

Las perspectivas internacionales en el diálogo interreligioso «no son optimistas. La gente no religiosa domina en la política y se usa la religión como un mecanismo de poder. Bush, que es cristiano, tiene un conocimiento muy superficial de su Iglesia. Esto le hace justificar determinadas posturas. Si tuviera un mayor conocimiento, sabría que ninguna persona religiosa puede justificar ningún tipo de violencia, ni siquiera la defensiva. El presidente de los Estados Unidos podrá controlar el terrorismo islámico tres o cuatro años, pero después se encontrará con un nuevo atentado peor».

Torradeflot afirma que el mayor desafío es «no dejarnos llevar por la superficialidad y permitir que los maestros espirituales divulguen las tradiciones. Y esto sólo puede hacerse a través de la educación. Hay que volver a las fuentes coránicas, budistas, evangélicas, etc. Cada vez hay más indicios de gente que se apunta a movimientos religiosos que quieren recuperar la espiritualidad».

A nivel nacional, afirma que, excepto en el País Vasco, Barcelona, Madrid y Andalucía, «existe un sector fuerte laicista que quiere eliminar la religión y un sector católico oficialista intolerante con otras religiones».