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Si el siglo pasado ha sido el del desarrollo tecnológico, éste será el de la liberación definitiva de la mujer. Eso al menos espera la mitad de los pobladores de este planeta, sometida desde hace siglos al abuso, la indiferencia y aun la crueldad de la otra mitad. Los pasos dados por las féminas para dejar atrás esta lamentable situación han sido muchos y valientes y desde las pioneras que pidieron el voto para la mujer hasta las médicos que facilitan anticonceptivos en países donde todavía están prohibidos, muchas han sido las que han llevado a cabo auténticas hazañas de las que se ha favorecido toda la sociedad.

Ahora el Govern anuncia la tramitación de una reforma de la ley electoral balear para imponer la paridad forzosa en las listas de las elecciones autonómicas. O sea, que los partidos tendrán que presentar candidatos y candidatas a partes iguales. Una medida atrevida que pone de manifiesto la sensibilidad del Pacte de Progrés por los asuntos feministas.

Es positivo, por supuesto, que la mujer participe en la vida pública, especialmente en asuntos que le afectan directamente y también para dotar de su peculiar visión femenina a un mundo tradicionalmente dirigido por los hombres. Pero esto no debe hacerse "casi nada, en realidad" a la fuerza. Se supone que hoy un partido democrático, moderno, sea del signo que sea, plantea sus políticas hacia toda la población, y por ello que haya o no igual número de féminas y varones en un gobierno, en un parlamento o en un ayuntamiento no debería tener tanta importancia. Sólo en un país machista y retrógrado puede pensarse que los hombres "o las mujeres" gobiernan sólo para ellos/as, sin tener en cuenta a la otra mitad de la población. Lo que realmente debe importar es que accedan a las listas los mejor capacitados, sean hombres o mujeres. Para ello, obviamente, es necesario que en todos los ámbitos de la vida los ciudadanos puedan desempeñar cualquier actividad en igualdad de oportunidades y sin discriminación por razón de sexo.