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La cadena de televisión M7 ofreció ayer un especial informativo sobre el conflicto árabe-israelí, un espacio que trató de desentrañar las causas de este enfrentamiento que en los últimos dos meses ha entrado en una espiral de violencia que se muestra imparable. Cristina Vicente moderó el debate entre Joan Carles Salvà, presidente de la Associació Anselm Turmeda, y David Saranga, portavoz de la Embajada israelí en el Estado español. El representante israelí en el programa comenzó condenando los atentados suicidas que padece el pueblo de Israel desde hace dos meses, ante los que, justificó, «el Gobierno israelí ha tenido que hacer algo para proteger a sus ciudadanos». Israel, afirmó, «quiere acabar con el terrorismo y lo hará a corto plazo».

Joan Carles Salvà recordó que «todo lo que ahora ocurre no empezó hace dos meses, sino con la provocación de Ariel Sharon en la Explanada de las Mezquitas», un lugar que, apuntó Saranga, «es también el Monte del Templo para los judíos». Mientras el portavoz de la Embajada israelí defendió insistentemente que «lo único que quiere el Estado de Israel es acabar con el terrorismo», el presidente de la Associació Anselm Turmeda condenó, con el mismo ahínco, «el terrorismo de Estado que practica Israel». «Israel está arrasando Palestina, se aprovecha del holocausto y vive de la impunidad del genocidio que se cometió contra su pueblo, cuando ahora está haciendo lo mismo en Palestina pero con unos métodos incluso mejorados. Israel practica terrorismo de forma magnífica y los palestinos de forma triste y pedestre».

Respecto a los hombres-bomba que han causado tantos muertos en las últimas semanas, David Saranga resaltó que «no actúan solos, sino que tienen detrás una estructura que les apoya, que les aporta los explosivos, les ayuda a infiltrarse donde precisan y paga a sus familias una vez muertos. Más aún, más de la mitad de estos hombres-bomba provenían del partido de Arafat». «Pero ningún chico de veinte años quiere morir y ese apoyo no serviría de nada sin una motivación muy fuerte detrás y esos jóvenes han llegado a una situación de desesperación total a la que les ha llevado Sharon y su política», replicó su oponente. A eso, la defensa israelí contrarreplicó que «del lado palestino lo que hay es una incitación muy grande a matar judíos, no sólo desde las mezquitas, sino también desde las escuelas o la televisión».

La parte palestina reprochó la ayuda que recibe Israel de los Estados Unidos, «que depende del poder y el dinero del lobby judío de este país» y la israelí dijo que «el dinero europeo se va a la ANP para financiar los cinturones de explosivos y a las familias de los mártires palestinos». Aunque todo indicaba que el entendimiento entre las partes es imposible, y el debate era sólo un ejemplo a escala individual, los dos invitados finalizaron expresando su deseo de que el diálogo sea una realidad. No obstante, Salvà opinó que «Israel no quiere la paz, pues su codicia es demasiado grande» y Saranga aseveró que «la paz será posible cuando el pueblo palestino entienda que no va a sacar nada más de Israel mediante el terrorismo, que éste no es un arma legítima, sólo entonces empezaremos a hablar».