Las plantaciones de la finca de Son Vidal están partidas por grandes zanjas que abrió la fuerza del agua.

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La tormenta que el pasado jueves cayó sobre la Isla causó daños catastróficos en la finca de Son Vidal en Orient, Bunyola. La fuerza del agua abrió grandes acequias a lo largo de las plantaciones de la finca, una de las cuales supera los 400 metros de longitud y alcanza, en algunos tramos, los dos metros de alto. Los 215 litros de agua por metro cuadrado que durante el pasado jueves cayeron en Orient dejaron lamentables huellas en la finca de Son Vidal. El hecho de que un cauce torrencial, que cruza la finca, esté sucio y en malas condiciones provocó que el agua que debía discurrir por él, variara su itinerario abriendo una gran acequia de forma paralela a su lecho.

«El agua bajaba con gran fuerza desde el bosque, arrasando marges y toda la tierra que encontraba a su paso» explica la propietaria de la finca, Francisca Pizà, que lamenta que la Conselleria de Medi Ambient no se preocupe de mantener limpios y en buenas condiciones los cauces de los torrentes de la zona. Con una extensión de 170 quarterades y grandes plantaciones de árboles frutales, los daños ocasionados en son Vidal son millonarios. «A nosotros, esta última tormenta nos ha ocasionado muchos más perjuicios que el temporal de noviembre», explica la propietaria de la finca.

El agua ha arrasado la tierra de la mayoría de caminos que cruzan Son Vidal dejándolos totalmente intransitables. Asimismo, también ha derruido infinidad de marges y abierto grandes acequias a lo largo de sus extensas plantaciones de árboles frutales. Actualmente, los payeses que trabajan las tierras de Son Vidal no pueden realizar sus labores habituales y trabajan duro para tapar las grandes acequias que abrió en la tierra el agua. Lo arreglan con la máxima rapidez posible, ya que debido a las acequias los tractores no pueden trabajar con normalidad por los campos.

«Todo esto nos comportará muchos problemas, debido a los arreglos que tenemos que asumir, se está retrasando la poda y los tratamientos que durante la primavera se realizan en los árboles», explica la hija de la propietaria. En más de 40 años, ninguno de los miembros de la familia Pizà ha visto en sus tierras un desastre semejante.