Miles de «llucmajorers» celebraron su fiesta en el santuario de Gràcia. FOTO: TOMEU OBRADOR

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Hubo suerte y el tiempo permitió a la gente celebrar el Diumenge de l'Àngel. Un año más la tradición fue fiel a sí misma y miles de romeros «okuparon» los lugares sagrados de múltiples municipios de la part forana de Mallorca. En la comarca de Llenvant destacaron la Festa de Monti-sion de Porreres; la Pujada a Gràcia de Llucmajor; y la Festa de la Pau de Castellitx de Algaida. Esta última se había convocado, inicialmente, para el pasado martes, pero la lluvia obligó a aplazar la celebración para ayer. Asistieron menos vecinos que de costumbre, si bien se pudieron ver muchos pañuelos azules conmemorativos de la edición de 2002. Una ballada popular damunt s'era con el grupo Tramudança y la alegría de los quintos y quintas, fueron protagonistas.

Por otra parte, centenares de residentes en Porreres participaron de la Festa de Monti-sion. En la misa solemne predicó mossèn Miquel Amengual, rector solidario de Vilafranca y Sant Joan. Cantó la Coral de Porreres y, a continuación, la Filharmònica Porrerenca, dirigida por Joan Martorell, ofreció el tradicional concierto de la diada. Llamó la atención la devastación forestal de la montaña "a raíz del pasado temporal de noviembre", con la consecuente pérdida de color verde. Las canteras contribuyen a la creación de un paisaje de lo más desolador.

La paradeta de venta de libros en catalán montada por la Agrupació Cultural consiguió un notable éxito.

Y Gràcia fue el santuario más visitado de la comarca. Miles y miles de llucmajorers, así como gente forana, invadieron la montaña, llegando a pie, en bicicleta o en coche, vehículo este último que propició más de un atasco. Los capells se reprodujeron y exhibieron en este enclave una estampa singular. Una monumental paella asombró y deleitó.