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Mariquitas, egipcios, flores, algas, dálmatas, monjas, curas, hawaianos, flores, payeses, sevillanas, caníbales, piratas, indios, peces, sirenas ... desfilaron durante toda la tarde por las calles más céntricas de la ciudad e hicieron vibrar y bailar a Inca al son de una intensa variedad de ritmos. Es Carnaval: todo vale, menos tener vergüenza. Centenares de niños, jóvenes y mayores participaron en la fiesta llenado la ciudad de música, color, bailes, caramelos y confeti; contagiando a los miles de personas que salieron a la calle para ver el desfile de su alegría; convirtiendo la ciudad en una ensordecedora fiesta.

Un total de 37 comparsas y carrozas participaron este año en sa Rua d'Inca. Un año más la comparsa más numerosa fue la del grup d'esplai s'Estornell, que convirtió a todos sus miembros en un colorido jardín. No faltaron a su cita anual con la fiesta de los disfraces intrépidos piratas, hawaianos con mucha salsa, payeses de los de siempre, perros dálmatas y sus manchas, sevillanas, payasos, vaqueros, flores, indios y rumberos.

Estando en 2002, tampoco podían fallar ni fallaron los euros, en cuya carroza enterraron a la peseta. Y al igual que el euro, la Rua de ayer también inauguró recorrido. La reciente peatonalización de algunas calles y plazas de la ciudad facilitó la organización del desfile multicolor, que se inició a las seis de la tarde y se prolongó hasta la noche. La fiesta de carnaval en Inca finalizó con un baile de disfraces organizado por el Ajuntament en la plaça del Bestiar. Allí, las comparsas se diluyeron y, juntas y también revueltas, formaron un gran cuento. Es Carnaval.