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PEDRO PRIETO
La concentración era para las doce, y se esperaba que fuera mayor que la de anteayer, en es Born, pero a esa hora apenas éramos cuatro. De ahí que pospusieran para media hora después el inicio de la 'cacerolada', que luego, entre una cosa y otra, echó a andar a la una menos cuarto, cuarenta y cinco minutos más tarde del horario previsto, «y es que como latinos que somos, pocos veces somos puntuales», comentó uno de los organizadores viendo que por allí no aparecía nadie.

Un cuarto de hora antes del mediodía, entre españoles y argentinos, algo más de 30 personas echaron a andar por detrás de la bandera albiazul que portaban dos crías, golpeando sus cacerolas y hacían sonar sus pitos. Este grupo de personas, a base del 'cacerolazo' global y bajo el lema de «¡Que se vayan todos! Que no quede ni uno solo!», ponían de manifiesto su solidaridad con el pueblo argentino, que atraviesa sus horas más bajas, al igual de como lo hacían otras, a la misma hora "doce de «su» mediodía", en ciudades de Estados Unidos, Brasil, Canadá, Alemania, Francia, Italia, Dinamarca, Finlandia y España. El recorrido de esta 'cacerolada' fue a través de las calles San Miquel, Plaça Major, escaleras del Teatre Principal, Born y Parc de la Mar, a lo largo del cual se respetaron los semáforos y en ningún momento se interfirió el tráfico. Como decía uno de los manifestantes, viendo el escaso respaldo a la convocatoria, «será porque a lo mejor los argentinos de acá se han acomodado, y encima como hace un día tan bueno, y tan soleado...». Ni que decir tiene que por allí no apareció ninguna autoridad, nos referimos a políticos, ni con mando en plaza ni de los otros. Ni siquiera los políticos-solidarios.

El sábado también se reunieron en la Plaça de Cort un grupo de manifestantes para protestar ante la situación política y económica que se vive en Argentina. Los manifestantes tienen más que motivos para hacer las 'caceroladas'.