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Palma es mucho más que el centro histórico y sus elegantes calles comerciales. Existen barrios de gran interés arquitectónico y sentimental, estrechamente ligados al mundo del arte y la cultura, que exigen un destino mejor. Así lo manifiestan los vecinos de El Terreno, quienes muestran de nuevo su preocupación por el enfoque que se le da a la zona de Gomila y aledaños como renovada oferta de ocio nocturna.

El problema de los llamados after hours, bares que mantienen la marcha hasta la mañana, y la consiguiente proliferación del botellón, ofrecen los sábados y domingos por la mañana un espectáculo deplorable. Restos de todo tipo, coches de policía y ambulancias se dan cita en un entorno que constituye la antítesis de lo que fue décadas atrás. Hasta que las brigadas de limpieza, a fuerza de manguera, detergente y recogedor, devuelven al entorno un aspecto civilizado, tarea que puede prolongarse hasta las doce de la mañana.

La Asociación de Vecinos lamenta asimismo que el Consistorio no haya presentado todavía como aseguró, el plan especial de rehabilitación, que implicaba un estudio sociológico y urbanístico. Éste era, y es todavia en su parte alta, un barrio residencial emblemático y con un pasado turístico de gran calidad. Pero la especulación sin escrúpulos, el derribo de edificios singulares merecedores de catalogación y su sustitución por bloques de apartamentos degradados, fuera de ordenación y carentes del menor respeto por el entorno y su estética, han alterado el perfil y carácter del barrio.

El necesario esponjamiento no se vislumbra y en su lugar se contruyen nuevos edificios de gran volumen en el lugar que ocupaban antiguos jardines. Ahora ya no se construye en altura, sino en longitud, lo que agravará aún más el problema del aparcamiento y el tránsito de vehículos por sus calles estrechas y de una sola dirección. A su vez, los grandes volúmenes de hoteles abandonados se mantienen inalterados y afeando desde hace décadas un conjunto urbano de gran belleza, donde predominan las villas del siglo XIX, los chalets y viviendas de baja altura, muchos recién restaurados. Es el caso ya insultante del decrépito hotel Sayonara, que se encuentra fuera de ordenación y constituye el mayor punto negro de la zona alta.

Otras instalaciones de uso público, como la piscina de s'Aigo Dolça, con un notable historial deportivo, permanece en un estado de abandono total pese a las repetidas solicitudes de rehabilitación por parte de la Asociación de Vecinos. También es necesario recuperar la vida comercial de la calle Joan Miró, llena de comercios cerrados. Para mayor desgracia, el proyecto de remodelación de la manzana aledaña al hotel Victoria, piedra angular de la rehabilitación de la zona de Gomila, en forma de centro de congresos y comercial de alto nivel, se halla paralizado por tiempo indefinido. Esta zona se merece un futuro mejor que no llega.