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Los pintorescos jardines de Natzaret están siendo rehabilitados tras años de olvido en una remodelación que debería abarcar toda el área, de alto interés paisajístico e histórico. Según indicó a Ultima Hora el director del centro, Joan Picornell, el proyecto prevé la creación de un jardín de plantas autóctonas mediterráneas. Los trabajos, que se prolongarán durante más de un año, han sido ideados por el director del jardín botánico de Sóller y exigen un estudio detallado de las áreas de sol y sombra, a cargo de diversos especialistas.

A plantas y árboles como el garballó, el tamarit y los pinos se unirán otros ejemplares destinados a recuperar un enclave durante largo tiempo cerrado y que en un futuro próximo, con apoyo institucional, podría quedar abierto para visitas concertadas. En estos jardines, divididos por antiguos marges objeto de estudio arqueológico, abundan los miradores panorámicos de estilo romántico y albergan hasta una curiosa gruta artificial. Asimismo se verán complementados con un espacio destinado a la horticultura, donde se realizará una siembra nueva y se impartirán cursos de jardinería.

Ubicados en la punta de la Portassa, única que ha conservado su aspecto natural en todo el entorno del Passeig Marítim, rodean la finca del Terreno, que fue la que dio nombre al barrio palmesano. Su origen data del siglo XVIII, cuando fue levantada la possessió, el huerto y los jardines por el cardenal Antoni Despuig. Allí precisamente pensaba instalar su museo de escultura clásica, que quedó en Raixa y trasladado después al Castell de Bellver.

En el mapa de Mallorca que hizo grabar en 1784 aparece ya este topónimo, una palabra castellana que hace referencia a un campo de tierra que coincide con las características de la finca y que contrastaba con sus alrededores cubiertos de bosques y rocas. Según hace constar Bartolomé Barceló Pons en su estudio de la geografía urbana del Terreno, su origen no denota un carácter popular, ya que en tal caso éste debería ser en lengua vernácula, por lo que se supone una procedencia distinta, probablemente de alguna persona vinculada a la administración del Despotismo Ilustrado.

La finca del Terreno salió a la venta en 1814, siendo adquirida por Jaume Sitjar y más tarde por Juana Ana Vidal i Serra de Marina por 1.250 libras mallorquinas con otras tierras propiedad del cardenal Despuig. A su muerte pasaron a la familia Rubert, que urbanizó más tarde sus aledaños, configurando las quintas que bordeaban la punta de La Portassa.

Más tarde, a finales del siglo XIX y principios del XX, los jardines de Natzaret fueron visitados por pintores de la talla de Joaquim Mir y Santiago Russiñol, quienes destacaron la belleza del paraje, parte del cual hoy día ha desaparecido, víctima del olvido y podría ser objeto de futuras construcciones. Como dato curioso, el riego de los jardines quedaba asegurado por cinco grandes aljibes que se llenaban del agua de lluvia recogida en los tejados y de la propia calle. Una noria permitía su extracción, más tarde sustituida por un molino de viento.

La ubicación del asilo-escuela de Natzaret se fundó en 1924, al fallecer la propietaria viuda de Rubert y que cedió la finca tras su parcelación y venta. La institución depende del Obispado a través de un patronato nombrado por el Prelado de la Diócesis. Durante décadas acogió a chicos con problemas sociales y de carácter económico, enviados por el Tribunal Tutelar de Menores. La función del asilo era y es proporcionarles una enseñanza primaria, educación y oficio en general relacionado con las artes gráficas. Las instalaciones disponen de imprenta, que ya aseguraba su mantenimiento junto a la granja adyacente. En la actualidad acoge dos grupos procedentes de familias desestructuradas, divididos de 0 a 12 años y de más de 16 años.