La entrevista se llevó a cabo en el Portitxol de Palma.

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Javier Cárdenas, el cazatalentos de «Crónicas Marcianas», ha estado en Palma grabando nuevos frikis, personajes peculiares, curiosos, increíbles, en la mayoría de los casos muy discretos, bastante sencillos y humildes, que a base de mucha imaginación se han construido su propio mundo, irreal para muchos, en el que desarrollan su vida y, aparentemente al menos, se sienten felices. Como el mismísimo Joan Estades de Montcaire i Bisbal, noble, católico, macho y putero, como se definió ante las mismas cámaras sin cortarse un pelo.

«¿Es usted también masón?», le preguntó Cárdenas. A lo que Estades de Montcaire, metido en abrigo azul marino, cruzado, negó con rotundidad con la cabeza. «No "dijo", en todo caso, simpatizante del Opus Dei». Cárdenas se llevó a Estades de Montcaire al Portitxol, frente al mar. Y allí, de pie, hablaron por espacio de media hora sobre mujeres, sexo, puterío, nobleza, viajes, ilusiones, frustraciones, esperanzas, amores, desamores, etc., sin que nuestro hombre se amilanara, sino por el contrario, contestaba a todo cuanto se le preguntaba, en ocasiones de forma genial. Habló, entre otras cosas, de la amistad que mantiene con la dueña de una casa de relax.

«¿De citas?», preguntó Cárdenas; «Lo de citas lo dice usted, eh», matizó Estades, quien en una ocasión pensó que él había introducido en una de las habitaciones un molesto mosquito, «lo cual no fue cierto, imaginaciones suyas, ¿sabe?». Contó que en una casa de citas nadie, refiriéndose a las profesionales, regala nada, a lo más la madám, por amistad con el cliente, puede perdonarle el tanto por ciento que ella se queda. «¿Sabe lo que le digo, ahora que me he fijado en usted?», dijo, de pronto, Cárdenas... «Diga, diga», le animó Estades. «Pues que tiene un gran parecido con Jean Paul Belmondo. Sí, sí. ¿A que se lo han dicho alguna vez?». Estades, entre sorprendido y halagado, sonrió y asintió. «Alguna vez, sí. Ahora que lo díce, sí, me lo han dicho».