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La particular dialéctica del presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, brilló con luz propia el lunes pasado en la cena ofrecida por la Obra Cultural Balear en La Granja de Esporles. Unos 170 invitados pudieron escuchar las palabras del presidente catalán, que acudió acompañado de su esposa, Marta Ferrussola. Estaban el vice-president del Govern, Pere Sampol; el conseller de Turisme, Celestí Alomar; el conseller de Presidència, Antoni Garcies; el conseller de Agricultura, Mateu Morro; el secretario general de UGT en Balears, Lorenzo Bravo; el abogado Josep Melià Ques; el presidente de la Fundació Sa Nostra, Sebastià Serra, la presidenta de Escoles Mallorquines, Maria Tous; el presidente de Foment de Turisme, Miquel Vicens; el presidente del Cercle d'Economia de les Balears, Joan Buades, entre otros. No acudieron el president del Govern, Francesc Antich y el rector de la UIB, Llorenç Huguet.

Después de las presentaciones pertinentes de Antoni Mir, presidente de la OCB, en las que subrayó las afinidades entre las dos comunidades autónomas y «que las opiniones del president son muy importantes para nosotros», Bravo pidió a Pujol consejos para «abordar el tema de la inmigración e integración, con el fin de conseguir una ciudadanía social equilibrada».

Poco después, Josep Melià Ques solicitó al presidente de la Generalitat que actuase contra la «involución» del Partido Popular en los ámbitos autonómicos y Maria Tous hizo una amplia exposición de los problemas y los logros de la normalización lingüística en la Isla.