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Ayer, entre las diez y las once y media de la mañana, estábamos en Raixa tan sólo tres visitantes, dos jóvenes extranjeras y quien suscribe. Tras abonar las correspondientes 500 pesetas, el guardés nos dio vía libre para ver lo que se nos antojara siempre y cuando no fueran las estancias de la possessió, «porque ¿sabe?, como de vez en cuando viene por aquí alguien de la familia, no podemos abrir». El buen hombre no sabía a aquellas horas que Raixa había sido adquirida por el Ministerio de Medio Ambiente para disfrute de mallorquines, isleños, españoles y extranjeros en general. «Mejor que la vendan al Consell o al Gobierno que a un alemán, pues si fuera así mucha gente se quedaría sin verla». Según el hombre, es a partir de estas épocas del año cuando suele ser más visitada. «Hay días en que pasan por aquí hasta quinientas personas», dice.

Por espacio de casi una hora recorremos jardines, clastra, vemos la capilla "según se entra a mano derecha", contemplamos la fachada, disfrutamos de los jardines neoclásicos y de su variada flora, llegamos hasta sus más apartados rincones, pisamos piedras con historia que pavimentan suelos, ascendemos por la empinada escalinata por la que hace 19 años descendió Àngela Molina, con sombrilla y traje de época, heroína de «Bearn», bajamos hasta viejas estancias en la falda de la mansión a la que los años le han dado casta y hermosura.

Aquel buen hombre que hace las funciones de portero ni sabe hasta cuándo se remontan sus orígenes. «En la época de los moros ya existía Raixa; es enorme, llega hasta Valldemossa. Hoy ni se siembra en ella "apostilla con cierta pena" ni tampoco pacen los animales. Aquí lo que se hace en los últimos años es mucho cine. En éste, los alemanes han filmado tres películas y hace dos hizo una Lauren Bacall». La mejor referencia de la historia de Raixa la tenemos en la Gran Enciclopèdia de Mallorca. Allí lo cuentan todo. Al principio fue Araixa, alquería islámica propiedad de Beni Atzar. Luego pasó por muchas manos, los Bernat Guillem, Santmartí, Zaforteza, Despuig "el cardenal la convirtió en su palacio", etc. y los Jaume, que la adquirieron iniciado el siglo XX.