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El caso de Antonia C.M. "la heroinómana con sida para la cual su familia no encontraba un centro, hospital o residencia que se haga cargo de ella y finalmente ha acabado en Lleida gracias a la intervención de una ONG" es sólo uno más dentro de una problemática creciente a la que la Administración todavía no ha dado respuesta. Una asignatura pendiente para la que los recursos existentes son insuficientes e incluso inadecuados. Son toxicómanos, alcohólicos o simplemente personas mayores que no tienen un hogar adonde ir o que en su casa no pueden hacerse cargo de ellos.

De esto saben mucho los hospitales que ven ingresar a estas personas por un motivo puntual "generalmente por un estado agudo al que le ha llevado su toxicomanía o alcoholismo" y cuando llega el momento de darles el alta se dan cuenta de que no hay recursos asistenciales preparados para hacerse cargo de ellos y los que hay no son suficientes y, de que sus familias se desentienden. Pero también hay personas mayores, de lo más normal, que vivían en sus casas o con sus hijos y que a raíz de una enfermedad o una caída pasan a necesitar de una asistencia permanente.

Entonces el problema sanitario "ya resuelto por el hospital" se convierte en un problema social y asistentes sociales y familias se topan con que no hay recursos para ocuparse de estas personas.