Cuesta ponerse de acuerdo. Foto: T.A.

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A escasos seis días del comienzo del curso escolar, en las calles de Palma ya se respira el ambiente característico de esta anhelada, por parte de los padres, y odiada, por parte de los niños, cita anual. Los preparativos para hacer de la vuelta al cole todo un acontecimiento se suceden día tras día. Las madres, auténticas sufridoras de esta época, recorren la ciudad palmo a palmo en busca de cada uno de los requisitos necesarios para comenzar el curso, sin olvidarse de un solo detalle por pequeño que sea.

Las tiendas de la calle Oms, las de Jaume II y Jaume III y sobre todo los grandes centros comerciales son los lugares más visitados. Los niños acompañan a las madres en estas visitas guiadas. Un hecho que en ocasiones pesa sobre sus espaldas de manera devastadora, ya que los pequeños desean a toda costa conseguir artículos de moda "algo que se refleja en su excesivo precio" para competir con sus compañeros de aula.

La ausencia de sol y el mal tiempo que se padecen en la Isla desde hace varios días han propiciado estos paseos comerciales. Al no poder disfrutar de sus últimos días de libertad plena en la playa, los niños han optado por ayudar o, en algunos casos, estorbar a sus madres. El afán por organizar a la perfección todas y cada una de las piezas que componen el puzzle escolar provoca diferencias generacionales.

Los niños no escatiman en gastos y quieren lo último de lo último, mientras que sus padres tienen un objetivo común, que no es otro que el de economizar lo máximo posible. Libros, uniformes, material didáctico y un sinfín de artículos componen la cesta de la compra. Pero algunos de estos artículos pueden heredarse de hermanos o primos mayores, reciclarse o suprimirse. Llegado este punto comienzan de nuevo las disputas.