La fiesta de la Victória coincidió con la inauguración de las obras. Foto:Mar Comín/ M.E.

TW
0

Comida, música, avellanas, peladillas, baile y tradición se mezclaron ayer como cada año en la fiesta de la Mare de Déu de la Victòria. La popular fiesta, que todos los años reúne en la ermita de la Victòria a centenares de alcudiencs, coincidió en esta ocasión con la inauguración de las obras de embellecimiento del entorno del oratorio, que han sido posibles gracias a la colaboración totalmente altruista de trescientas personas del municipio.

La fiesta se inició de mañana, con la celebración de una misa y la bendición e inauguración oficial de las obras que se han llevado a cabo en los alrededores del santuario. Éstas han consistido en empedrar, iluminar y ajardinar los alrededores del santuario. El proyecto no le ha costado ni una peseta a las arcas municipales, ya que tanto el material utilizado como la mano de obra responden a diferentes donaciones y al empeño por unir los esfuerzos de todo el pueblo demostrado por el empresario alcudienc Tomeu Llompart, que ayer se convirtió en uno de los protagonistas de la jornada.

Tras la misa, niños y jóvenes compitieron en carreras de corregudes de joies haciendo caso omiso del calor, mientras los mayores se encargaban de cocinar paellas. La fiesta contó también, después de la comida, con un pequeño concierto de la banda de música municipal, cuyo director ofreció al alcalde Miquel Ferrer la batuta invitándole a dirigir una de las piezas, bajo la atenta mirada del resto de regidores del Consistorio alcudienc.

Al dejar la batuta, el alcalde Ferrer fue de nuevo el encargado de, tal y como marca la tradición, abrir el baile danzando una jota mallorquina junto a su mujer. Al final del baile, una lluvia de avellanas y peladillas cayó sobre la pareja poniendo punto final a la danza y animando a todos los niños y niñas que participaron en la jornada a recoger del suelo los dulces.