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Jaime de Juan Florit vive en el Passeig Marítim y desde hace unos años convive «puerta con puerta» con unos nuevos y curiosos vecinos. Éstos, afortunadamente, no son ruidosos ni sucios, no molestan ni crean problemas, aunque la convivencia se hace más que complicada teniendo en cuenta su especial condición de vecinos poco sociables con el resto de la comunidad. Hacen su vida y lo único que quieren es que les dejen vivir en paz en su nuevo nido. Un nido sin comillas, ya que estamos hablando de... ¡halcones! «Hace cinco años un amigo mío que invité a casa un día salió al balcón y me dijo: 'Oye, Jaime, ¿sabes que tienes unos pájaros aquí en tú balcón, en esta jardinera?*Yo, sorprendido comprobé que no eran simples pájaros, sino que eran unos halcones xoriguer que habían hecho de mi balcón su nido».

El halcón xoriguer, Falco tinnunculus, es un ave rapaz de la familia de los falcónidos. Mide aproximadamente 34 cm de largo y es parecido a un halcón, pero más pequeño. Tiene las alas largas y delgadas y la cola larga. Las partes superiores son rojizas con manchas negras y las inferiores, blanquecinas. El macho es un poco más pequeño que la hembra, como ocurre en muchas aves de rapiña, y tiene la parte superior de la cola de color gris azulado. Come, sobre todo, insectos, roedores pequeños y pájaros. Busca sus presas volando aproximadamente a 10 metros de altura. Cría en los peñones, pero se ha adaptado a vivir en ciudades y pueblos, donde ocupa huecos de edificaciones. Comprobado. Además está el xoriguer pequeño (Falco naumanni), que es un ave rapaz de la misma familia que nuestro protagonista, aunque es un poco más pequeño.

«Desde hace cinco años no fallan, siempre vienen a la misma ventana. Y no lo entiendo, porque todas las ventanas y balcones del edificio son iguales, pero sólo vienen a la mía. En total he tenido 26 nacimientos en estos cinco años. Al principio les daba comida, como codornices, pero me equivoqué. Llamé a la Conselleria y me dijeron que no hiciera nada, que ellos mismos se alimentarían y se cuidarían. Y así es, los adultos traen a las crías la comida, desde insectos hasta ratas y palomos», nos cuenta Jaime de Juan, al que ni se la ha pasado por la cabeza enjaularlos o echarlos de su casa: «Los animales me gustan libres», asevera.

Eso sí, Jaime los tiene bien controlados y los conoce a la perfección. No obstante, tiene a su nueva «familia» enlatada en cintas de vídeo que ha ido recopilando en estos años gracias a una minicámara instalada en una de las plantitas de plástico de la jardinera. ... Y es que vecinos hay de todo tipo.