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La celebración de la corrida de toros de la Beneficencia en la madrileña plaza de las Ventas, catalogada como el festejo taurino más importante del año, que presidió Su Majestad el rey don Juan Carlos, fue el motivo por el que un grupo de socios de la peña mallorquina Rafael de Julia se desplazara a Madrid.

Al frente del grupo estuvieron el presidente, Francisco Fernández, director de Asuntos Sociales del Centro Penitenciario de Palma, Juan Barba, propietario de la sede social de la peña, y el empresario José Antonio Fernández, gran amigo del torero.

Rafael de Julia no eludió el compromiso venteño con la responsabilidad que conllevaba el ganado a lidiar, de Victorino Martín, festejo que habían rechazado algo más de catorce toreros, entre ellos algunas figuras toreando con Luis Miguel Encabo y Alberto Ramírez. De Julia resultó volteado, sin consecuencias, al igual que sus compañeros y no se hicieron con trofeos.

Por la noche los mallorquines animaron más que nunca al joven pues el pasado sábado toreaba en el «patio de su casa», en su tierra natal, Torrejón de Ardoz. Esta vez sí pudieron verle triunfar los mallorquines, ya que la corrida de feria se saldó con la salida a hombros de la terna compuesta por Eugenio de Mora, Miguel Abellán y el diestro titular. Salieron a dos orejas por coleta, tras lidiar un encierro de Joaquín Barral. Por la noche José Antonio Fernández en nombre de los peñistas le hizo entrega de un siurell y un molino mallorquín, para que el torero pite el resto de la temporada.