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El Hospital de Manacor cumple cuatro años y el balance, según sus responsables y los del Insalud, no podía ser más satisfactorio. Así lo ha expresado el director provincial del Insalud, Rodrigo de Santos, que ha elogiado los progresos logrados gracias a la gestión ágil, moderna y poco burocratizada de la fundación que lo gobierna. En breve el nuevo hospital de Son Llàtzer empezará a trabajar también gestionado por una fundación. Este modelo de funcionamiento es rechazado categóricamente por los sindicatos y el Govern balear, que ha anunciado que optará por la gestión pública cuando se transfieran las competencias de sanidad.

En principio la ventaja de una fundación está en su mayor operatividad de cara al personal, que al no estar sujeto a la rigidez de los organismos públicos, puede estructurarse con más flexibilidad y, en contrapartida, los salarios son también algo más altos, si bien por pluses de productividad. Pero además los posibles beneficios económicos revierten en el mismo hospital, sin ánimo de lucro "en un centro convencional se «escapan» a Madrid", lo que merma el centralismo de la gestión de siempre.

Los sindicatos critican la posibilidad de que los trabajadores sean «explotados» al no ser estatutarios "asimilados a funcionarios" pero es un ataque que merece ser contrastado, pues en una fundación los derechos y deberes de los empleados se rigen por un convenio que los sindicatos bien pueden negociar. Es muy respetable que los trabajadores defiendan sus derechos, que deben quedar garantizados, pero sin que ello signifique que los trabajadores públicos gocen de unos privilegios de los que carecen los trabajadores del sector privado.

Lo cierto es que el actual sistema sanitario no funciona. Hay que cambiarlo para hacerlo más agil y dar un mejor servicio a los pacientes. Sin lugar a dudas, la puesta en marcha de un nuevo hospital constituye una ocasión que no se puede desaprovechar para empezar de cero y evitar los errores del pasado.